Ella también escuchó de Él… ¿Cómo alguien era capaz de quererse hasta la muerte, sin necesidad de su presencia? Al igual que él no entendía cómo alguien podía amarse con tanta intensidad sin sentirlo a él en su corazón.
Parecía una locura, pero ¿quienes eran ellos para cuestionar aquello si locura era precisamente lo que ambos provocaban?
No lograban entenderlo, así que decidieron buscarse para saber más cosas sobre el otro.
Hasta que un día se encontraron.
Cuando el Amor vio a la Pasión casi perdió la cabeza. Era un ser perfecto. Aquel cuerpo tan bien perfilado, con unas curvas que le provocaban cierto mareo, el baile de su pelo al aire, sus ojos penetrantes… sintió que le perforaban el pecho cuando ella se giró y clavó su mirada en él.
La Pasión abrió los ojos y se topó con aquel ser tan perfecto que paró su corazón. ¿Qué era aquel sentimiento que se metió en su estómago y lo presionó con fuerza? Ninguno entendía nada, pero sentían que se necesitaban.
– ¿Tú eres aquel al que llaman Amor? – preguntó con su voz tan sensual.
– Y tú debes ser aquella a la que llaman Pasión – respondió con dulzura.
El Amor se acercó tímidamente a la Pasión. Ella quedó prendada y no pudo evitar lanzarse a sus labios. Cuando se besaron perdieron la poca cordura que tenían. Era tan fuerte lo que sentían que ninguno pudo poner freno a esa locura, se amaron con fuerza y dulzura a la vez, y entendieron que aunque cada uno era perfecto a su manera juntos eran invencibles, sería prácticamente imposible romper esa unión ni la de nadie que fuese tocado por los dos.
Y así la Pasión se enamoro locamente, y el Amor despertó su deseo más salvaje… algunos tenían la suerte de ser tocados por los dos y encontrar el amor apasionado, otros solo encontraban pasión, otros el cariño más puro, mientras otros se escondían de los dos, y algunos los buscaban sin descanso sin saber que cuanto mas los buscaban más se escondían de ellos.