"Bueno, es así. Un hombre, llamémoslo X, llega en medio de la noche a una ciudad cualquiera de la provincia. De X no sabemos prácticamente nada..." Así arranca este colosal film de 4 horas de duración con un plano secuencia que denota que no estamos solo ante un grandioso cineasta, sino además ante un estupendo cuentista. La historia que engancha desde el vamos, con un manejo del suspenso casi Hitchcockiano, cuenta la historia de tres hombres, comunes, tan terrenales como cualquiera, de los que no sabemos realmente nada salvo que pasarán por una experiencia extraordinaria, de esas que sólo pueden suceder en la más pura ficción.
Esas historias estarán continuamente narradas por tres voces conductoras, voces que se encargarán de dar toda la información necesaria que necesitemos convirtiendo al espectador en una especie de niño curioso al que le están contando una vieja leyenda de pueblo, una hazaña impensable de un viajero desconocido. Mariano Llinás, aquel que ya provocara una gran alharaca con su Documental "Balnearios", retoma algunos de los recursos narrativos de esta y los expone impecablemente en un film que es realmente uno de los mejores que el cine argentino ha dado en mucho tiempo. ¿Exagerado?, anímense a verla y después me cuentan.
Llinás, quien interpreta además la historia de X, es un juglar que sabe cómo mantener a su audiencia en vilo, atenta, expectante por ver qué viene después, aun cuando juega con sus voces narradoras a anticiparnos la acción. Es un creador de universos extraños pero a la vez cotidianos que con una estética que podría emular a varios nombres resonantes- el ya pronunciado Hitchcock, algo de Tarantino, mucho de Hergé- quiebra cualquier regla clásica para ofrecer un conjunto de relatos que como nunca trascienden los límites entre literatura y cine.
Los protagonistas de esta historia no tienen nombre, apenas se nos refiere que se llamarán X, Z y H. No tienen identidad casi, porque son a fin de cuentas meros puentes para conocer a los otros, a esos secundarios que pueblan el universo del relato con personas extraordinarias, hechos extravagantes, aventuras inimaginables. No llevan nombre ni tienen identidad definida porque después de todo, ellos pueden ser cualquiera, nosotros mismos incluso. La aventura es para todos, no solo para los héroes. Ya lo dice el narrador cuando arranca con la historia de X, "no es periodista, no es detective, ni escritor, no es fotógrafo, no es científico, no es nada que de antemano pueda suscitar emoción o interés".
Estrenada en su momento en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) y producida fuera del circuito tradicional, es decir fuera del INCAA, este film que cuesta creer que pudo realizarse con apenas 30.000 dólares más diez mil pesos cedidos por un subsidio de la casa de cultura de la Provincia de Buenos Aires, no para de cosechar éxitos entre los que se cuentan ser considerada como una verdadera revolución cinematográfica nacional.
Inicialmente, mi intención era la de construir un film que fuese lo más parecido posible a una novela, casi podríamos decir que a una novela de aventuras del siglo XIX, con la voz en off como instrumento rector. La intención era explorar en qué medida esto era posible, en una disciplina como el cine en la cual la noción de relato clásico ha estallado hace más de medio siglo. ¿Cómo reconstruir desde la modernidad esa emoción y ese vigor narrativo? ¿Cómo no hacer un film que no fuera demasiado autoconsciente, que no fuera una parodia o que no fuera una tontería absoluta? La construcción del film fue la progresiva respuesta a esa pregunta: Primero apareció la idea de los relatos múltiples, de una trama caprichosa en la que todos los temas de las novelas de aventuras pudieran coexistir. Después surgió la idea de que los protagonistas debíamos ser casi “no-personajes”, debíamos ser meros conductores de la narración, sin psicologías o características previas...Llinás explica además que uno de los grandes referentes estéticos a la hora de realizar el film fue Hergé, creador de Las Aventuras de Tintínm, cosa que aquellos que hayan sido seguidores de la tira podrán reconocer en los encuadres y tomas; encontrarán muchos giños a la historieta, aun en los personajes siempre vestidos de la misma manera, por ejemplo.
Historias extraordinarias es una locura con todas las letras, una película que podría ser varias, tres distintas, pero que ciertamente no funcionarían de la misma manera que este conjunto excepcional, insólito, inusual, raro, anómalo, extravagante, peculiar, capaz de volar la cabeza del espectador. Tres historias que jamás terminarán cruzándose aun cuando la diestra mano del director de continuo quiera engañarnos que podrían hacerlo. El espectador no es pasivo, intuye, espera, adelanta, investiga. Se mete en estas tres divagaciones sobre tesoros ocultos, extraños monolitos e intrigas policiales que terminarán,a Dios gracias,lejos de los estruendos Hollywoodenses. Estas historias son universales y criollas a la vez. Entretienen con inteligencia, emocionan con sabiduría, derrochan magia. La narrativa se disgrega y vuelve a su punto cuando es necesario, el espectador nunca se aburre en este maremágnum de personajes y relatos de 4 horas de duración, nunca termina confundido porque la estructura argumental- el guión es del propio director- está excelentemente armado.
Historias Extraordinarias es ese film que debería estar en nuestra propia lista de 1001 películas que hay que ver antes de morir, es un viaje, una road movie que mezcla géneros y que por ende es difícil de clasificar, es un desmadre singular que deja atónito y excitado a la vez. ¡Cuatro horas que terminan pidiendo por más! Un universo incontrolable pero a la vez mágico y puntillosamente armado, nada es gratuito, todo colabora y hace a las historias que se cuentan, todo tiene un porqué aún cuando podría parecer caprichoso.
Un film que da cátedra, que apasiona, que enamora. Si no la vieron, cuevanenla porque lo vale. Duele que un cine como este quede opacado por esos monstruos que son innegablemente entretenidos pero que gracias a las moles que tienen detrás ocupan por semanas salas y horarios desmesuradamente. Duele porque después de todo, las incontables veces que el Malba estuvo a sala llena con este film durante casi 6 meses no es por antojo.
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