Imagen de Oberazzi
¿Os suena? No es la primera vez que me han pedido hacer un trabajo que va en contra de mis principios, ni será la ultima. ¿Pero qué podía hacer...? ¡tenía que pagar el alquiler!El dilema moral trata en el fondo de un problema de responsabilidad: si escojo hacer un trabajo con tal o cual material, y ese material tiene unos costes sociales determinados para otras personas en otro país... ¿soy responsable en parte de lo que le pasa a esas personas? ¿No lo es el cliente, que al fin y al cabo es el que tiene la última palabra?
El cliente, el jefe, el comprador... es la persona que escoge en última instancia lo que se va a hacer, pero a menudo desconoce lo que su elección implica. Es el diseñador el que (esperemos) entiende todas las ramificaciones del diseño y material escogido, y por tanto el profesional que tiene poder de hacer la elección correcta.
Es por tanto el deber del diseñador comunicar al cliente el impacto ambiental del material deseado y en su caso hacer una recomendación. Pero a menudo sabemos que hay clientes que colo entienden de cifras, y ni siquiera de calidad.
Entonces, ¿qué hacer cuando el cliente no entiende el valor de la opción más sostenible o no quiere pagar la diferencia de precio?