Estoy convencida de que nuestro cuerpo nos manda señales y mensajes de cómo nos encontramos anímicamente y a nivel energético. Señales que en nuestro día a día muchas veces ignoramos, pero por las que creo que nuestro deber es escuchar, no eliminando los síntomas de las enfermedades, sino intentando descifrar qué es lo que nos dice y acomodarnos a lo que nos pide. Y no sólo en nosotros, también en nuestros niños.
Para nosotros, las últimas semanas han sido de un gran desgaste físico y emocional. Hemos necesitado muchos recursos y aunque hemos "aguantado el tirón", estamos mostrando ahora otra realidad. Es como si nuestros cuerpos hubiesen dicho: "Os hemos dado un extra en un momento en el que lo necesitábais, pero ahora hay que bajar el ritmo".
Y eso, desde mi modo de ver, nos lo ha dicho a través de un par de resfriados y molestias estomacales que aunque no vienen acompañados de más síntomas y podrían considerarse típicos de la época en la que nos encontramos, creo que en esta ocasión no es ninguna de esas razones comúnmente utilizadas para justificar algunas enfermedades nuestras o de nuestros niños. El gasto energético ha sido muy alto, se han bajado las defensas, y ahora toca escuchar.
Escuchar que nuestro cuerpo nos dice: "Relájate, recuperáte, necesitas tiempo para ti y para mí, es urgente que descanses, hay que reponer para continuar". Y ese reposo, aunque creo que es lo ideal, muchas veces cuesta: porque tenemos mil cosas que hacer, cien sitios donde ir, compromisos que cumplir... Y entones es cuando buscamos la solución en una pastilla o en un jarabe que nos haga evadir la realidad que nuestro cuerpo nos muestra y podamos mantener el ritmo "normal". Si lo escuchamos, seguramente lo que nos esté pidiendo es cuidado, reposo, mimos, relajación, reflexión....
Pensándolo fríamente: ¿tanto costaría realmente dedicar un día o dos cuando sentimos esos síntomas a lo que nos pide nuestro cuerpo? Seguramente cuesta, y por eso preferimos pasar a lo siguiente sin "aprender" de lo que en ese momento nos grita nuestro cuerpo.
¿No nos lo merecemos?, ¿no merecen nuestros niños esas horas o días de dedicación exclusiva?, ¿no se merecen ese descanso de la jornada escolar con unos cuidados protectores?
Y ojo, que no me creo con la seguridad (ni mucho menos) para afirmar que cualquiera de las enfermedades comunes nuestras ni de nuestros niños (sobre todo de esta época) sea o signifique que algo no va al ritmo adecuado o que algo no marcha. Los pases de virus son una realidad y los contagios también, pero ¿no hay ocasiones en que todo lo anterior puede cuadrarnos en un momento de necesidad de reposo?, ¿no es verdad que si nuestro sistema inmunitario estuviera fuerte podríamos hacer frente a estos contagios de una manera más benévola?, ¿no es verdad que el estrés causa bajada de defensas y somos más vulnerables?....
Por supuesto, que no demonizo las medicaciones ni similares, ni que haya que pasarlo mal porque sí, sólo digo, que en ocasiones las pequeñas molestias nos están queriendo decir algo. Y que seguro que sería positivo tomarnos un tiempo y mimarnos con cuidados más naturales: una infusión caliente, una taza de caldo, una almohadilla de semillas en la espalda, un poco de miel, un paño sobre la frente... Algunas ideas que aunque no harán que todo pase tan rápido como una pastilla, nos acompañarán en el proceso, aliviando el malestar y permitiéndonos tomarnos el tiempo.
Ahí os lo dejo: yo de momento, me metí en la cama hace un par de días a descansar, a reflexionar sobre los últimos acontecimientos, a intentar escuchar lo que me decía mi cuerpo con lo que podría considerarse un simple constipado. ¡Y hoy estoy mejor!