En Bahía Blanca echaron al empleado de Correo Argentino, Juan Lencina, que hacía 20 años que trabajaba en esa empresa. Se lo despidió sin causa, sin sumarios previos, junto a otros 5 empleados. Cuando se publicó la noticia de su reclamo, algunos comentarios a la nota responsabilizaron al trabajador porque “seguramente consiguió ese empleo por estar acomodado”, “por tener amigos”. Desde esa lógica, quien se pasó 18 años pedaleando para repartir cartas es un parte de los males de esta sociedad que es necesario erradicar. Cuando el enemigo empieza a ser el vecino de un barrio popular, o un trabajador que no ha hecho en su vida otra cosa que vender su fuerza de trabajo para sostener a su familia, algo está oliendo muy mal en esta sociedad.
Por Guillermo Cieza
Juan Lencina fue entrevistado por Radio Altos de Bahía Blanca y comentó que siente bronca e impotencia “por la forma en que me echan y me dejan sin trabajo”. En 20 años de trabajo ”no tuvo ninguna mancha en el legajo”, “ni una llegada tarde” y ahora tiene 45 años y una familia que mantener.
Trabajó como cartero durante 18 años haciendo el reparto en bicicleta en los barrios San Martín, Cooperación, Santa Margarita y San Cayetano. “Me gustaba ser cartero, mucha gente me conoce porque me veía todo el día laburando. De un día para otro me movieron del puesto, después a otro, hasta ahora que estaba en la comercial donde lamentablemente me comunicaron del despido”.
En su gremio, el Foecyt (Federación de obreros y empleados de correos y telecomunicaciones), le dijeron que no podían hacer nada por su despido, pero agradeció a la CTA de Bahía Blanca que lo invitó a estar presente en el Acto del 1 de Mayo.
Juan Lencina asegura que “no soy la casta”, sin embargo cuando un portal bahiense publicó su denuncia muchos comentarios que se solidarizaban con su situación, fueron devaluados por otro que ponían en duda “como consiguió ese empleo”. Personas que ni siquiera pueda asegurarse que son troles, lo acusaron sin prueba alguna de “tener amigos”, que le habían permitido ingresar al Correo.
Juan Lencina que hoy trata de sobrevivir con algunas changas que le acercaron vecinos y amigos, y al que nadie puede acusar de ser ñoqui, ahora debe enfrentar la acusación de que hace 20 años estaba “acomodado”, y gracias a eso pudo conseguir ese puesto de cartero.
La violencia horizontal, la discriminación entre pares, la descalificación entre víctimas, la guerra entre pobres, son un sello de la avanzada ideológica de la nueva derecha.
En un país donde el presidente ensalza a los empresarios y a los que fugan capitales, mientras los trabajadores despedidos deben defenderse de acusaciones de corrupción, está declarada una guerra ideológica. Y hay que elegir trinchera.
Se puede vivir en la burbuja de los tontos, pero la realidad golpea la puerta todos los días, con una factura impagable de servicios, un apriete porque no se pagó la tarjeta, una jubilación que no alcanza, un alquiler por las nubes. También por un wassap de despidos. Antes mandaban telegramas, pero lo echaron al cartero.
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