
Hará unos meses me encontraba yo junto a otras mamás cambiando a los peques en un vestuario de la piscina. Recuerdo preguntándonos qué haríamos cuándo nuestros retoños fueran mayores, pero no lo suficiente como para entrar solos, y ya no pudiéramos entrar con ellos en el vestuario de mujeres. Para entonces parecía lejano ese momento. Pues bien, ya está aquí, llegó el momento (o casi).
Como sabréis mi Peque tiene 4 años y pico y para nada imaginaba que este verano ya empezaría con los “problemillas” en el vestuario. Os lo resumo así:
1. Jovenzuelas. Las niñoas, a partir de los 8-9 años, cuando ven que dentro del vestuario está mi Peque desnudo suelen coger sus cosas y cambiarse en el lavabo. ¿Vergüenza pre-adolescente ó es que el “mueble” de mi Peque les asusta?

2. Las otras. Mi Peque está en pleno apogeo sexual (sí, habéis leído bien). Está en pleno descubrimiento sexual. Se fija en los genitales de todos, en las tetas, le gusta alardear de su cuca (pene), etc. A eso, añádele a la coctelera su inocente descaro. Lo mezclas todo y ahí lo tienes, comentarios directos de este tipo a las susodichas que se oyen por todo el recinto:
– “¡aaala, tú sí que tienes las tetas grandes!“
– “¡tú tampoco tienes cuca!”
– “¿por qué tú no tienes pelos?“
– “tú tienes las tetas grandes y caídas“
– “¿tú cuánto pesas?“
– “oooh que pequeñitas“
– “peazo cuuuulooooo“
…y ya la hemos liado. Las víctimas lo miran con esa medio-sonrisilla de querer hacer ver que no pasa nada y le hacen un comentario medio-graciosillo, pero por dentro ya están maquinando la manera de hacerle al Peque una ahogadilla en cuanto se meta en la piscina. Y si las víctimas son las jovenzuelas de antes…ya ni os cuento, se ponen rojas como una gamba de Palamós y las hunde en lo más profundo de los cimientos del vestuario.

3. El post. Peeeero, el mayor problema no lo he tenido dentro de los vestuarios, sinó a fuera. Si todo quedara allí dentro, cuál confesionario, todavía podría sobrevivir unos cuantos años más haciéndome la tontita y metiendo al Peque en el vestuario de mujeres, peeeeero… es que el jodío tiene memoria fotográfica de elefante y después cuando se encuentra a esas mujeres en plena calle les suelta eso de “hola, tú eres la de las tetas caídas, no?” o “mira papá, esa mama no tiene pelos en la vulva” y ya la hemos líado, sobretodo si la susodicha se encuentra acompañada de algun hombre o presunto ligue. Ni os cuento la vergüenza y la cara que se le pone al padre de la criatura cuando le suelta estos comentarios a las mujeres delante suya.

Nuestros hijos a esta edad viven la sexualidad con total naturalidad e inocencia (o eso creo). ¿Entonces? ¿Qué debemos hacer? ¿Intentar hacerles entender que ciertas cosas no se dicen, cambiarles en casa o pasar de todo? Lo primero ya lo he intentado, pero no acaba de entender que no pueda decir ciertas cosas en público, como he dicho está en esa época en que esos temas le hacen gracia y tampoco quiero que vea que es algo malo ó pueda entender que es algo prohibido. Lo segundo imposible, y menos en invierno salir de la piscina cubierta y llevártelo mojado y con lo puesto a casa. Cambiarle en el lavabo…ufff, cómo que no. Así pues, de momento yo me quedo con la última opción…tomármelo con humor, hacerme la tonta, mirar hacia otro lado y silbar…hasta que al Peque le salgan pelos en en los genitales.

Y vosotro@s, ¿qué hacéis?
