Cuando el río suena es que no estás sordo
Nos gustan los datos, son fáciles de entender, se pueden sumar, restar, se dejan hacer todo tipo de cochinadas matemáticas, nos pueden dar variancias, covariancias, correlaciones y además, hace que perdamos horas y más horas mirando una hoja excel, y para los profesionales del tema, con el SPSS.
Pero por mucho que mires un dato o un resultado, al final no significa demasiado. De hecho, no suele significar gran cosa. Hemos cogido la mala costumbre de aplicar modelos estadísticos a ciencias sociales esperando que se comporten como queramos y la sociedad y sus variables sociales, tienen la mala costumbre de hacer lo que les apetece en cada momento.
Luego se suma el poco conocimiento que tenemos de la estadística, y confundimos correlación con efecto y causa, no tenemos ni idea de lo que es la dispersión, y de esos lodos vienen estos barros. En el fondo tenemos millones de datos que no sabemos que estén realmente midiendo lo que creemos, los procesamos sin saber el marco teórico, y los resultados son cualquier cosa menos rigurosos.
Con lo que más que volvernos locos buscando más información, ¿porqué no volvemos a lo básico?, si queremos conocer a nuestros clientes porqué no les preguntamos, si queremos saber como está la competencia porqué no salimos a la calle y lo miramos. En el fondo, los datos fundamentales que cualquier empresa necesita están más cerca de lo que crees y no necesitas grandes inversiones de tecnología. Lo único importante es tener las ideas claras, saber que representa cada dato y de donde viene, y ser lo suficientemente inteligente para entenderlo.
Película: Mystic River