Revista Cultura y Ocio

Cuando el Terapeuta de Supermercado duerme...

Por Israel_esteban @PsicoMarket


Son más de las dos de la madrugada y sigue haciendo calor. Los relámpagos ilustran el cielo dejando entrever a unas nubes de tacto húmedo. En la siguiente descarga eléctrica, se entrelazan por las manos en busca de una caricia furtiva y paternal. 
 Me gusta dormir con los ojos abiertos porque no quiero perderme nada. Ya que tengo la extraña sensación que en cuanto los cierre, la nave interestelar ficticia, que está al otro lado de la ventana, terminará por abducirme. Por eso estoy en constante alerta, por eso y por ser un soñador incorregible. 
 Mi edredón, aparentemente sosegado, tiembla como un perro y se escurre por la espalda. Me da pena desprenderme de él, a pesar de que estemos ya en junio, a pesar de que el calor africano vino para quedarse…soy reacio a abandonarlo y someterlo a la oscuridad del enmohecido trastero.  El año pasado, aterrado, me contó que durante todo el invierno había tenido que combatir contra polillas, ácaros y polvo. Me decía “amigo mío, era como estar perdido en un desierto rodeado de buitres alopécicos; esperando un descuido para picotearme algo del relleno de plumón”.  Por eso, al final del estío, me toca siempre hacerle una terapia regresiva, ya que languidece, se mueve y no calienta. 
Está decidido. Este año lo dejo a mi lado para que pueda disfrutar de las visitas, de la música y de la vida desordenada que llevo.
Israel Esteban


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