Revista Viajes

Cuando el viaje no llega…

Por Mundoturistico

Este año ha sido un buen año. En el mes de abril tomé una decisión que cambió el transcurrir de mis días y que aunque, como todo, ha tenido su cara y su cruz, en líneas generales ha hecho que todo haya cambiado a mejor. Os lo cuento porque solo tenía un reverso claramente negativo: mis días de vacaciones, al cambiar de trabajo a principio de año, serían menos. Sobre todo, el cambio fue para bien porque ahora aprovecho mejor el tiempo; quizás la “cosa” que más valoro en mi vida. Somos lo que el tiempo libre nos permite ser.

ViajarSola

Y aunque evidentemente voy a hablar de viajes, el tiempo libre abarca mucho más que eso: es la medida que damos a nuestros seres queridos, a los momentos que aún rutinarios nos aportan alegría o a los conocimientos que nos enriquecen. Y la triste realidad es que el tiempo libre escasea. A veces, son ratos que encontramos entre jornada laboral y jornada laboral. Otras, ni siquiera eso, pues para vivir momentos especiales necesitamos más que un fin de semana. Un fin de semana, tristemente, a veces no llega.

De ahí que en ocasiones la escasez del tiempo libre nos frustre y creamos que la vida es eso que pasa entre unas vacaciones y otras. Por suerte es algo más. Pero a veces es duro no poder tener más tiempo para hacer lo que a uno le apetece; lo que nos dé la real gana. Bien sea perderse en nuestro pueblo, con un clima perfecto que echamos de menos en la gran ciudad; bien teniendo al mar cerca; bien sea tan solo para abrazar a nuestros padres. Y qué duro se hace también esperar a ese momento en que somos libres desde que empieza el día hasta que el sol se pone… qué difícil pensar que la vida se nos escapa en una oficina donde a veces ni siquiera el tiempo es aprovechado eficientemente. ¡Qué difícil visualizar el destino sin poder aún tocarlo!

filipinas

He intentado diversas formas de arreglar esto. Que si pequeñas escapadas; que si unos días en la playa; que si una buena cena en un restaurante internacional; que si decirme a mí misma que la venganza, programada para diciembre, será colosal; que si unas buenas fiestas de pueblo… y nada. No hay forma de saciar la sed de al menos una semana de descanso (o un mes, o un año… no lo sé). Los sucedáneos de viajar nunca mejoran al original. ¡Qué gran peso!

Quizás escriba este texto solo para desahogarme -sí, seguro, es así-, pero siempre he creído que hablar las cosas o escribirlas ayuda a calmar la agonía que puede producir una situación. Tan solo hablando de ello adquiere una dimensión diferente y desaparece el comienzo de la desesperación. Se convierte en una de mis palabras favoritas -¡qué pesimista, yo!-: resignación. Acción y efecto ser paciente en las adversidades. Dicho así, parece que hasta cambia de sentido (otras acepciones más esclarecedoras son conformidad o tolerancia). Hasta que un día el tiempo se libera y llega ese momento tan deseado; pensado; idealizado; soñado; planificado; ese tiempo de vivir.


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