En la ciudad donde se fabrica el cierzo y se exporta, cuenta la leyenda de la existencia de un equipo que se codeaba con los más grandes de la Liga. La quinta ciudad más grande de España estaba bien representada, jódó, cualquier tiempo pasado fue mejor.
Aproveche mi visita la semana pasada para acercarme a en uno de esos bares en los que se respira fútbol, entre chascarrillos, escuche: "ni Real ni goza". 30 años de socio abalaban a ese maño.
De los pocos que sabrán que Frank Rijkaard, en la temporada 1987/88, se convirtió en uno de los grandes fichajes históricos del Real Zaragoza de finales de los 80. Al término de esa misma temporada terminaría ganando la Eurocopa con Países Bajos y firmando con el Milán de Sacchi, equipo en el que marcaría una época junto a otros dos neerlandeses de relumbrón: van Basten y Gullit.
O que en el año en el que nació uno (1992/93), Andreas Brehme, uno de los mejores laterales de la historia del que solo se pudo disfrutar una temporada en la Romareda, llegaba en la recta final de su carrera tras haberlo dado todo en Kaiserslautern, Bayern e Inter. Además, su mujer era de un pueblo cercano a Zaragoza. Finalmente, tras una serie de polémicas, terminó saliendo del club a final de temporada.
Un año después, Cafú (1994/95) llegó a España tras ganar el Mundial 94 y hacer historia con el gran Sao Paulo de principios de los 90. Además, con el conjunto maño logró conquistar la Recopa de Europa en la mejor temporada de la historia del club. No fue indiscutible y terminó la temporada regresando a Brasil.
Tres grandes del mundo del balón que fueron maños por un año, y que ayudaron como otros muchos a que el Zaragoza fuese Real.