Revista Opinión

Cuando éramos ricos

Publicado el 24 junio 2012 por Merche

“Cuando éramos ricos” (Percival Manglano)

Lo cierto es que cuando éramos ricos, todo era diferente, los bancos no ponían dificultades a la hora de conceder una hipoteca por muy baja que fuese la nomina, sin problemas podías pagar el crédito hipotecario por una moderada cuota mensual hasta que cumplieras los 65 años de jubilación y a veces la daban hasta los 70 años…¡ Que tiempos!

Cuando éramos ricos, nos íbamos de vacaciones una semana en verano porque tenías más o menos claro que tu contrato de trabajo terminaba en Junio y hasta Septiembre no te volverían a llamar, eras fija-discontinua. Ahora ya sabes que el contrato de trabajo es un espejismo que no significa nada lo que ponga porque no se ajusta a obligaciones y si te vas al paro, difícil tendrás volver a salir de él.

Cuando éramos ricos, procurábamos ahorrar un poco para poder ir al dentista y no dejar que tu dentadura se deteriorara. Ahora ya se nos pueden caer los dientes a trozos porque no hay ni un euro para evitarlo.

Cuando éramos ricos nos creímos que todos éramos iguales y que nuestros hijos no pagarían el que sus padres fuesen obreros y podían acceder a la Universidad de igual manera que los hijos de esos que se llaman Clase Media, los animamos y motivamos para que estudiaran porque era una garantía para su futuro  y confiados de esta mentira educamos a nuestros hijos en la igualdad, sin perjuicios de color, sexo o religión, les explicamos que una persona de distinto color de piel no tiene mayor diferencia con el resto que una persona morena o rubia, que las mujeres y los hombres ambos son personas y ambos se merecen el mismo respeto, eso es lo único que deberían de tener en cuenta siempre, que hay distintas opciones sexuales y que eso no les hace ser diferente ante los demás, que dos hombre o dos mujeres pueden formar un hogar con hijos porque los hijos lo único que necesitan es el cariño y cuidado de sus padres hasta que sean suficientes para ir por la vida con la autonomía suficiente. Los educamos en la seguridad de que la violencia no lleva a nada y que el pacifismo era lo que habían de poner en practica, porque el don de la palabra era el no va más.

Que la libertad de expresión es una garantía de Democracia e ignorante de nosotros les dimos a entender que ellos jamás sufrirían una Dictadura porque ya la habíamos dejado atrás, les explicamos que la diversidad de las ideas políticas es la grandeza de el Congreso de los Diputados, que no por ser mayoría han de relegar a las minorías, porque todos tienen derecho a ser escuchados y a ser respetados.

Que todos éramos igual ante la Ley, porque la Ley no entiende de ricos y de pobres sino de delito y el delito es igual en las manos de un rico que de un pobre y los educamos para que fuesen decentes y honrados.

Les leímos con atención despejando dudas la Constitución Española porque es la primera norma fundamental y donde reside la garantía del Estado del Bienestar.

Y llegamos mucho más allá Cuando éramos ricos, intentamos educar a nuestros hijos quitando el valor al dinero para dárselo a las personas.

El “ser ricos” supuso la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, dejando esas tareas de educadoras, y cuidadoras de los mayores en manos de profesionales mientras nosotras acudíamos a nuestros puestos de trabajo.

Y soñábamos con una jubilación en la que nos prometíamos unos años de descanso para hacer aquello que no habíamos tenido tiempo de hacer y disfrutar los últimos años de nuestra vida tranquila y relajadamente después de haber dejado toda nuestra juventud y madurez en los beneficios de las empresas o servicios públicos.

Pero eso era cuando “éramos ricos” Hoy que ya no lo somos, es necesario poner a cada uno en su sitio, las clases sociales se hacen más evidentes por estar más distanciadas en derechos. Hoy los que menos tenemos volvemos a ser los marginados, hoy nos damos cuenta de lo que hemos mentido a nuestros hijos creyendo en una Democracia que en realidad es  para ricos y Dictadura y represión para pobres, hoy los que tienen dinero pueden ir al dentista y pagarse la sanidad publica, y como no podía ser menos la educación y formación de nuestros jóvenes está en manos del poder adquisitivo que se tenga, para relegar al País a la miseria más absoluta con el analfabetismo de los más jóvenes. Hoy las mujeres duramente castigadas por el paro, ven como por la escasez de medios  les relega a volver hacer aquello que hacían sus abuelas. Tenemos que desdecirnos ante los ojos de nuestros hijos que ven como los estafadores salen impunes de la justicia por ser poderosos y como a los que no tienen poder se les castiga duramente, que no somos todos iguales porque desde el Gobierno se incumple los artículos de esa Norma Fundamental, la Carta Magna dando prioridad al dinero antes que ha los ciudadanos, que la represión no deja lugar para el derecho de expresión y de reunión, que si protestas te tratan como a los terroristas a los que hoy ponen en primera pagina para que no pensemos en demasía las condiciones de un Terrorismo de Estado al que estamos siendo sometidos todos los trabajadores e hijos de estos. Que el dinero, ese vil metal, no es tan vil, sino que es el que dirige nuestras vidas, una vida que has de pagar hasta los 67 años ( de momento) porque ese es el castigo por vivir más años que hace algún tiempo. Que el viajar en metro, o recoger la basura diariamente son artículos de lujo que los pobres no han de tener y si no tienes para comer tres veces al día con una es suficiente porque eres pobre y eso no se te puede olvidar, solo fue un sueño de  “Cuando éramos ricos”

 


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