Revista En Femenino
A mi madre siempre le ha gustado tener la cocina como una nave espacial. Moderna, bien limpia y ordenada, con mil y un gabinetes únicos y espectaculares, a tope de aparaticos para cocinar y oliendo sobraso.
Su emoción por la cocina, los alimentos y las cosas que giran en torno a esto (incluyendo ofertas de aparatos de cocina y de comida) es contagiosa, pero a mi… simplemente no me gusta cocinar, ni siquiera me anima estar en la cocina. O bueno… al menos no me animaba, ni entendía esa pasión por la cocina, hasta que fui madre… o incluso ahora, años después, es cuando soy consciente de cuanto he cambiado y cuanto disfruto cocinando.
Ya sé, es casi un sacrilegio decir algo como esto, pero ya sabes que soy sincera y no… no me gusta cocinar, no es algo que me parezca, divertido, ni interesante, ni emocionante (como cuentan otras mamas). Pero resulta que me gusta que mi familia coma bien, y me encanta comer.
Tremenda contradicción ¿verdad?
Antes, cuando no tenía hijos, le huía a la cocina con todas mis fuerzas, pero ahora me concentro en lo importante: que mis hijos coman bien, que mi familia disfrute la comida y que yo quede satisfecha con la labor realizada… y me meto a cocinar sin dolor (o casi).
Y para esto me valgo de todo lo que me sea posible. Por ejemplo hecho mano de varios imprescindibles de cocina, y lo más importante, me imagino como quedara la comida.
Mis imprescindibles no son nada del otro mundo. Son cosas de las que tenemos todas: una olla eléctrica exprés, una olla eléctrica arrocera, olla lenta, pica todo/batidora/licuadora, cacharritos varios para preparar los alimentos y mi móvil.
Mi selección de imprescindibles me parece de los mas normal porque me funciona a las mil maravillas, pero una amiga me dijo que era bastante rara (ella leyó este articulo antes de que lo publicara), por si acaso, he decidido que en otro día te daré más detalles, por si a ti tambien te parece rara o te da curiosidad saber como los uso... pero hoy no. No quiero que perdamos el hilo, de la idea principal de hoy.
Lo importante aquí, es que este artículo es un homenaje a mi madre. Por su paciencia y todo el tiempo que ha dedicado y dedica a su familia. Y es que a ella tampoco le gusta cocinar, y sin embargo se entrega a esta labor como si le encantara.
Es también un reconocimiento a la importancia de enseñar a los niños a sentirse cómodos en la cocina, cocinar y participar en la medida de su edad, en la preparación de alimentos y todas las actividades usuales de una casa. Porque aquello en lo que te sientes cómodo, no provoca tanto rechazo, y porque es importante que sepan de donde vienen las cosas, como elegir los productos, que es sano, que no y porque…
Y también es una confirmación de este nuevo paso dado por mí… porque he comenzado a ser consiente de cuanto he cambiado a la hora de enfrentarme a la cocina.
Ahora me siento cómoda y feliz preparando comidas, porque tengo más recursos, más práctica y se cómo enfocar mi mente y combinar la cocina con otras cosas que me encantan.
Y este es un detalle súper importante: descubrí que estar solo concentrada en la comida me estresa… así que aprovecho para ayudar a mis hijos a estudiar, o incluso los apoyo para que aprendan a cocinar. Cuando esto no es posible escucho audiolibros, aprovecho audio cursos (o los audios del último curso en que esté inscrita), veo una receta o incluso escucho un podcast. El caso es mantener mi cabeza fresca y aprovechar el tiempo.
Y mientras cocino sano, sabroso y a gusto de todos en casa. … y no sabes lo feliz que me hace.
Es una nueva dimension, donde el proceso no me hace todo lo feliz que quisiera, pero he conseguido enfocarme en los resultados, y por consiguiente lo disfruto.
Ahora cuéntame si te ha pasado lo mismo que a mi, en alguna de las areas de la casa. ¿Cuál de las labores de la casa han cobrado un nuevo sentido desde que eres madre?
¿Qué trucos haz implementado para empezar a disfrutarlo?
***