Las ganas de disfrutar del sol y del calor no debe hacernos olvidar una regla esencial de higiene de vida: hidratarse bien y no exponernos al sol de cualquier manera. Veamos algunos consejos para aprovecharse de los beneficios del sol y no salir perjudicados.
El agua es el principal constitutivo del cuerpo. Representa alrededor de los 2 tercios del cuerpo de un adulto. En verano, el organismo tiene necesidad de un mínimo de tres litros al día. Dos litros son en general aportados por la bebida, y el resto por la alimentación.
A lo largo del día, el cuerpo elimina este agua, concretamente a través de la transpiración y la orina, de ahí la importancia de compensar estas pérdidas hídricas.
Los signos de poder estar padeciendo un golpe de calor:
. Sensación de sed intensa.
. Boca y lengua secas.
. Piel caliente, roja y seca.
. Fatiga, debilidad, somnolencia.
. Ojeras.
. Falta de orina.
. Convulsiones y pérdida de conocimiento, en los casos más graves.
Las medidas preventivas:
. Beber regularmente y suficientemente. Es bueno ir siempre acompañado por una botella de agua. La sensación de sed aparece en general cuando el cuerpo ha perdido demasiada agua.
. Evitar las bebidas alcohólicas.
. Tener a mano un pulverizador para refrescaros la nuca y la cabeza.
. Llevar un gorro, preferentemente blanco, ropa fresca y clara, ligera y poco pesada.
. No hacer deporte en horas de mucho calor (entre 12 y 16 h).
. No dormir la siesta bajo el sol, sino en lugares frescos y bien ventilados.
. Cerrar las ventanas mientras que la temperatura exterior sea superior a la temperatura interior. Crear corrientes de aire por la noche.
. Si verdaderamente hace mucho calor en casa, desplazaos a un local fresco, o climatizado, cerca de vuestro domicilio.