Revista Cultura y Ocio

Cuando la cultura se enfrenta a la legalidad

Publicado el 13 marzo 2013 por Ruta42 @ruta42
Fotografías de archivo de Ruta 42

Fotografías de archivo de Ruta 42

Desconcierto es, probablemente, la palabra más adecuada para definir el actual estado de la escena cultural en Valladolid. El aumento de inspecciones policiales -fruto, según fuentes institucionales, de la rutina habitual en la labor de las autoridades competentes por el control de la normativa vigente- ha derivado en la suspensión de programaciones por parte de numerosos establecimientos que acogían cada semana una, hasta el momento y especialmente en los últimos tiempos, creciente programación de actividades artísticas. Otros, como la sala Bitácora, bien aplazan su oferta cultural o disponen para su desarrollo de otros recintos. Es el caso de las actuaciones de The Cornelius o Rebeca Jiménez, como informan a este medio de comunicación desde Pasión Eventos.

Roberto Terne, promotor local, compara el ámbito privado con “una especie de ruleta rusa”. Dice sentir “frustración” cuando se le pregunta por esta situación en la que “faltan unas dosis de sentido común y de inteligencia”. Agradecido al Ayuntamiento de Valladolid –sí le pediría “que al menos agilizara los trámites para que locales como la sala Bitácora puedan tener ya la licencia”- por la concesión de espacios, como el LAVA (Laboratorio de las Artes de Valladolid) o la Cúpula del Milenio, carga sus críticas contra una normativa que dicta la Junta de Castilla y León -enfatiza en este hecho- y las actuaciones policiales que están propiciando la desaparición “del trabajo de base vital para la música y con el que me encontré hace 18 años cuando empecé”.

En referencia a las actuaciones, reconoce haber sentido “acoso”. Concretamente en la actuación que ofreció Dover el pasado 1 de marzo en la sala My Way, donde, y a pesar de contar con los permisos en regla, “teníamos a cuatro coches de policía en la puerta”. Estas actitudes debilitan la imagen de Valladolid, poseedora de “una medalla por parte de la industria musical nacional”, y para muestra los componentes de la formación madrileña “que se fueron de Valladolid un tanto sorprendidos con todo esto que está ocurriendo”.

Ante la ausencia de comentarios de este tipo, Terne invita también a la “autocrítica”. No es el caso de Valladolid pero, como músico, reconoce haber tocado en “garitos totalmente infames e indignantes tanto para el público como para el músico”. Aunque, en estos casos, “siempre intento ver el lado positivo de las cosas”. Por ello, reconoce que sería interesante “llegar a un término medio”. “Si un local quiere programar música, debe de currárselo mínimamente” y eso, añade, “es cuestión de que todos pongamos algo de nuestro lado”.

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Fotografía de Doc Pastor.

En ese mismo sentido, Carlos Quintana, desde la sala Porta Caeli, es muy claro cuando dice que “eso de ‘yo pueda hacer alegremente lo que quiera en mi local’, no se va a conseguir” y aboga por “intentar llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento”. Señalado como cabeza de turco de esta “caza de brujas” -así se han referido muchos a esta realidad en los últimos días-, niega su implicación en cualquiera de las inspecciones policiales acontecidas hasta el momento y, frente a lo que otros puedan pensar, “que cierren locales pequeños de cultura base nos empobrece a nosotros”.

Invita, además, a tomar el ejemplo de Granada -“Londres es inviable”, ironiza-, “donde los locales pequeños pueden realizar actividades de este tipo puntualmente”. Ahora mismo, “la normativa no favorece la programación de conciertos”. “Valladolid siempre se ha jactado de estar con el público, la música, los promotores… pero, de quince días a esta parte, parece que es todo lo contrario”, continúa. Y es que, a raíz del Madrid Arena, “que se puede extrapolar a sitios pequeños”, reconoce Quintana, quieren “guardarse las espaldas”. Y es que “haciendo cumplir la ley a rajatabla, evitan problemas”.

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¿Cuestión de Ley?

“La Ley está muy clara, y su desconocimiento no exime de su cumplimiento”. Álvaro Vela, abogado, se refiere así a una normativa que entiende “los hosteleros quieran cambiarla”. Reclama para ello ya no la mediación del Ayuntamiento, sino el “acuerdo” de “todos los partidos políticos” para su renovación. Para ello, y ante la inviabilidad de la iniciativa popular, señala Vela, bastaría con que lo “promoviesen PSOE y PP en las Cortes de Castilla y León. Las Cortes, ante la presión, acabarían modificando, añade.

En la actualidad, la Ley de espectáculos y actividades recreativas distingue tres tipos de locales: bar con ambientación musical, café teatro (no permite el cobro de entrada) y sala de fiestas (solo dos establecimientos en Valladolid poseen esta categoría). Tres definiciones que no pueden compaginarse y que abren la vía de una cuarta posibilidad: permisos especiales, concedidos por el Ayuntamiento, para actividades determinadas. Esta última clase de licencias ocasionales, y hasta donde “sabemos” -habla José Ignacio Herrán, concejal socialista en el Ayuntamiento de Valladolid-, “nunca se han concedido, pero tampoco se han pedido”. Vela apunta, sin embargo, que “si tú ahora llamas, te dicen que no se dan licencias de este tipo”.

A esta rigidez legal, se suman otra serie de exigencias que dificultan la programación de actividades culturales en pequeños recintos. Tales como la disposición de escenario y camerinos. Estos últimos, refutables para Vela con la no obligatoriedad del “cuarto de togas en los juzgados de toda España”. O la falta de lógica ante un régimen sancionador donde la cantidad “puede ser desde 30.001 euros hasta 600.000”, la misma cantidad que penaliza la oferta de alcohol a menores de edad. “Tiene tela”, añade. Una realidad muy cara en la que Vela destaca, también, el precio desorbitado de los seguros de responsabilidad civil que requieren las salas de conciertos y “se empiezan a disparar” en función del aforo del recinto. No le resulta extraño, entonces, que “se hayan echado para atrás”, con la cancelación de sus programaciones, sitios como Café Beluga, Café España o El Desierto Rojo -sin licencia para espectáculos- “por ayudar a promover a cuatro compañías pequeñas o promover algo de cultura”.

“La ley lleva en vigor desde hace años y nunca había dado problemas”, reflexiona Herrán, y “si es necesario, modificarla es lo que hay que hacer”. En esa misma vía del diálogo se ha mostrado Francisco Javier León de la Riva. En declaraciones recogidas por Europa Press, reconocía haber dado instrucciones a la Policía Local de no ser “excesivamente beligerante con las lecturas de poemas, monólogos o microteatro” así como su intención de abordar este asunto para “poner orden”. De igual manera, y tras analizar los expedientes pertinente, ha aclarado que las últimas inspecciones, “en un 90%”, se debe a denuncias vecinales, y ha criticado la supresión del limitador de sonido en un porcentaje similar de estos establecimientos. Esta llamada a la legalidad se suma a las declaraciones emitidas por Mercedes Cantalapiedra, Primera Teniente de Alcalde y Concejala de Cultura, Comercio y Turismo de Valladolid, en el pleno del 5 de marzo, cuando aseguraba que si había establecimientos incumpliendo por años una normativa habría que penalizarles por ello “con carácter retroactivo”. No sin, de inmediato, dejar constancia del apoyo continuo que las instituciones hacen a la escena local, a través de ciclos de conciertos como “Emplezados”, concursos como “Norterock y OndaRock”, o recintos multidisciplinares, “el Espacio Joven”.

Cuando la cultura se enfrenta a la legalidad

Jordi Skywalker también tocó en el Café Teatro. Fotografías de Doc Pastor.

Plataforma por el Arte en Vivo en Valladolid

Músicos, actores, monologuistas, cuentacuentos, hosteleros… han decidido reunirse bajo un mismo nombre para intentar dar una “respuesta social” a “un problema actual que nos afecta en Valladolid”. Lo que comenzara a darse forma con la Plataforma por la Música en Directo en Valladolid -iniciativa de músicos de la ciudad, en reacción a “las ordenanzas municipales que obligaban a cancelar conciertos”-, integra una semana después a un mayor número de colectivos que se han visto afectados por la suspensión de actividades culturales en cafés y bares. Ante esta situación, la Plataforma pide “unión y fuerza”.

A la espera de mantener una reunión formal con las autoridades competentes -“hemos tenido contacto con algunas”, reconocen, por el momento-, y al mismo tiempo que grupos de trabajo acometen la Ley “famosa” de espectáculos para poder realizar propuestas a la Administración, encaminan sus esfuerzos en la redacción de un manifiesto que se hará público a lo largo de esta semana. “Hay muchas ideas y propuestas”, aseguran sin dar más detalles, puesto que hasta que no se haga público este documento “no pondremos en marcha ninguna acción más allá de las propias que tienen que ver con la publicidad de la Plataforma”.

La iniciativa pretende “asentar las bases de un movimiento que perdure en el tiempo y que vele por los intereses de todos los colectivos que integran la Plataforma” y “luchar por la cultura de base en Valladolid”. Apuntan, además, que “nadie empieza tocando, ni representando, en grandes teatros ni estadios”.

Esta, se suma a la lista de reacciones que se vienen sucediendo desde hace algunos días. El Colectivo Rémora publicaba un comunicado el pasado jueves en que anunciaba la cancelación inmediata de toda su programación en Valladolid, tras el cual decidió poner en marcha una petición de firmas para conseguir la modificación de la Ley de espectáculos y actividades recreativas. Otros, los menos, como es el caso de Open Mic Pucela -cuyos encargados han preferido no hacer declaraciones a este medio-, informan a través de sus redes sociales de que han decidido mantener su programación de conciertos en un formato cien por cien acústico, es decir, sin equipo de amplificación.

Doc Pastor y Javier Luna

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