Más que una película de terror, yo diría que Déjame Salir es una historia de suspense. Primera propuesta cinematográfica del cómico Jordan Peele, combina ironía, humor, terror psicológico, conspiración y denuncia, lo que podría parecer un batiburrillo imposible de enlazar. Pues no. Es una entretenida película, con un metraje ajustado que se aleja (¡por fin!) de la manía de alargar los largometrajes hasta el infinito y más allá, que no pasará a la historia por la maravilla de las interpretaciones (aunque los secundarios son memorables) y que recupera el gusto por el cine de suspense (y por el cine en general), sin tener que recurrir a demasiada sangre ni sustos habituales.
Uno de los productores, Jason Blum, debe tener algún trauma familiar relacionado con una visita a algún pariente. Y es que está involucrado en dos proyectos que cuentan con elementos similares: La Visita y este Déjame Salir. En la primera, dirigida por M.Night Shyamalan, cuya forma de entender el miedo parece que está empezando a generar seguidores en la industria, unos niños acudían a visitar a unos abuelos muy particulares. En la película de Jordan Peele, un joven negro, Chris (Daniel Kaluunya) se ve inmerso en ese momento inevitable de toda relación, conocer a los suegros de su blanca novia (Allison Williams). Ni los padres de ella, ni el resto de parientes, ni el servicio que trabaja en la gran mansión, resultarán ser muy “normales”. Pasen y disfruten del suspense…
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