de Hanni Münzer.
Título: Cuando la miel muereAutora: Hanni MünzerEditorial: Alianza Literaria, 2017Páginas: 464.
Sinopsis.
La joven e inquieta Felicity acaba de terminar sus estudios de medicina y se dispone a irse a Afganistán con una ONG. Una llamada de su padre, enfermo en una silla de ruedas, va a cambiar todo. Su madre no ha vuelto a casa tras ir a la residencia a recoger las pertenencias de la abuela Déborah que acaba de fallecer. En la residencia le dicen que se marchó muy agitada llevando una caja. Los movimientos de su tarjeta apuntan a que, incomprensiblemente, se ha ido a Roma. Felicity toma un avión y parte en su búsqueda. Termina encontrándola en un hotel, enajenada, rodeada de viejos artículos de prensa y documentos, y con un diario de la abuela escrito en hebreo.
¿Por qué se fue a Roma la madre de Felicity? ¿Qué esconde el misterioso diario? Un dramático secreto familiar, vinculado a uno de los capítulos más sombríos del pasado europeo. Un secreto relacionado con el destino trágico de su bisabuela, Elizabeth, famosa cantante de ópera afincada en Múnich, y de su hija Déborah, pianista de talento y abuela de Felicity.
Entre Múnich, Berlín, Cracovia, Roma y Seattle, y a saltos en el tiempo, Hanni Münzer nos narra la historia de cuatro generaciones de mujeres atrapadas por la semilla del mal que acompañó a las tragedias del siglo XX. Cuatro generaciones sacudidas por el amor y la traición, los sentimientos de culpa, venganza y redención, en una novela de intriga apasionante.
Impresión personal.
Secretos familiares, diarios escondidos en baúles de una difunta, la II Guerra Mundial y mujeres que, como siempre, viven las desgracias de su tiempo de otra forma más callada y no por eso, menos dura que la que pueden pasar los varones en el frente o en actividades típicamente masculinas, son ingredientes, los cuatro, a los que yo difícilmente me puedo resistir. Algunas veces, después de leer este tipo de libros me entra siempre la nostalgia de lo irremediable. Nunca pregunté a mis abuelos y abuelas cómo pasaron ellos la Guerra Civil, donde les pilló, cómo vivían y cómo sobrevivían. Te llegan retazos muchas veces cuando comes algo y alguna persona mayor comenta alguna cosa que comían durante la guerra y los años del hambre, pero solemos prestar muy poca atención a sus "batallitas" y luego nunca nos quedan retazos de esas vidas pasadas tan duras porque apenas sabían escribir en esa época y es difícl encontrarse entre los restos familiares diarios y/o escritos que te cuenten historias de vida. A veces una piensa en lo que se encontrarán mis hijos sobre mi vida, ahora que contamos casi todo en redes sociales, en blogs como éste o en archivos de ordenador. Mientras yo he buscado y conservado como una loca los pocos rastros de la vida de mi propia madre ¿no se sentirán algún día mis hijos saturados con tanta información sobre mi?
A Martha y Felicity, madre e hija, en 2012, cuando fallece Déborah, madre de Martha y abuela de Felicity, en una residencia sólo les queda una caja llena de recortes de prensa de épocas pasadas y un diario escrito en hebreo a modo de código secreto y un destino, Roma, para empezar a investigar sobre un pasado desconocido para ambas. Sólo tienen en común que ni Déborah pareció nunca tener un cariño especial por su hija Martha, o al menos nunca se lo demostró, y que Felicity ha vivido con esa misma carencia durante toda su vida, porque tampoco Martha ha sido la madre del año para ella, cosa que hace que ni ella misma sea capaz de dar un amor que ella nunca ha recibido. Madre e hija se vuelcan en la vida de Déborah, más para intentar comprender la suya propia que por la curiosidad de saber quien fue aquella desconocida tantas veces ausente.
El diario se remonta a una época del pasado, los años 20 en Alemania, en Munich concretamente, donde Elizabeth Malpran, una famosa cantante de ópera alemana y Gustav Berchinger, médico judío se casan a tan solo un mes de conocerse y establecen una maravillosa familia con la llegada a la misma de Déborah y Wolfgang, un niño enfermizo con una pierna más corta que otra pero con gran inteligencia. La historia de esta familia podría ser la de cualquiera de las nuestras. Una familia feliz, cuyos cónyuges se aman a pesar de la diferencia de edad y lo diferente de sus profesiones y caracteres, unos hijos que crecen y a los que educan para que cultiven aquello para lo que han sido favorecidos. Una familia que de la noche a la mañana ve como su mundo se derrumba en pocos meses ante la irrupción de la ideología nazi, una ideología que como siempre cala en la población más carente de posibilidades y de escrúpulos mientras el resto se abandona al miedo, al miedo que paraliza y que lo silencia todo, hasta la barbarie más enorme jamás cometida sobre el ser humano. El terror se empieza a fraguar para Elizabeth y Gustav, en 1923 con el fallido golpe de estado de un Hitler aún incipiente pero que tiene claro adonde quiere llegar y cómo hacerlo. A partir de ahí, la historia nos cuenta que todo va de mal en peor, pero que lo peor aún no ha llegado para esta familia. Me ha encantado en esta época la evolución de Elizabeth desde ser una diva despreocupada de todo y por todos, a tener que hacerse responsable de su familia y de qué forma, todo para que sus hijos sobrevivan. Pero si tengo que nombrar a un personaje que me ha enamorado desde que aparece, nombraría a Gustav. Todas las partes en que se reflejan sus opiniones, su pensamiento, las historias que relata a sus hijos me ha parecido una parte sobresaliente de la novela, que esconde gran parte de la filosofía de vida que la autora quiere transmitirnos y que heredarán sus hijos, al menos, Wolfgang a pesar de su corta edad.
A Elizabeth, le sucede su hija Déborah en responsabilidad y en otras cuestiones que no nombro para no desvelar una parte importante de la novela. Déborah es un personaje lleno de dolor y de odio, pero ¿cómo no entenderla? ¿cómo no comprender su sufrimiento y la manera de afrontarlo? Podemos opinar que es un personaje inestable, que lo mismo le da por tomar partido, por rebelarse, como por entregarse a todo lo que ocurre a su alrededor, pero ¿que se le puede pedir a una joven de 16 años, huérfana, en medio del terror, viviendo y conviviendo con él en su propia casa y asumiendo la responsabilidad de que su hermano, cojo de nacimiento, no sea pasto de las fieras, en pro de una raza alemana pura? Yo no sé cómo reaccionaría ante una situación como esa, la verdad. Hay gente que se rendiría y terminaría con su vida. Lo hacemos por problemas menos relevantes. Me ha gustado Déborah, mejor dicho, creo que la he comprendido y ¿cómo no? me ha encantado Marlene y la estabilidad que le trasmite a la adolescente, su solidaridad, su entrega y su valentía. Me he quedado con las ganas de saber mucho más de este personaje y aunque la novela le da cierto protagonismo, al final me ha sabido a muy poco su desarrollo.
Cómo veis, apenas os hablo de Martha y Felicity. La novela apenas les da importancia. Diría que son la excusa perfecta para contar la historia de Elizabeth y Déborah, la historia que sirve de curación a las dos tras la lectura del diario. La vida de Martha y Felicity ha sido una vida normal en Estados Unidos salvo que ninguna han entendido nunca porque no han recibido nunca el amor que se espera de una madre y esa cuestión queda aclarada tras la lectura del diario de Déborah. Ya sé que cuando existen dos hilos temporales solemos esperar un cierto equilibrio entre una época y otra, pero la verdad es que yo no he echado en falta el hilo del presente porque me ha interesado muchísimo el del pasado. Los personajes, la época, la ambientación en diferentes ciudades y los hechos en sí me han gustado mucho a pesar de que es cierto que a veces la traducción se percibe demasiado forzada y hay algunos giros que cuesta hacerte con ellos.
En conclusión, a mi me ha gustado esta novela, seguramente más que al resto de participantes en la lectura conjunta. No esperaba nada de ella a simple vista y me he encontrado con una historia de dos mujeres en una época aterradora cuya estela se ha dejado sentir en sus descendientes. Han conseguido sobrevivir al horror y al olvido, y eso ya es una victoria.