Hay ocasiones en las que una enfermedad se convierte en una auténtica pesadilla de la que es imposible despertar. Entonces tu mundo se derrumba. Todo cambia cuando no hay salida, cuando el único final posible es la despedida. Sabes que tu familia, tu gente, cogerá el testigo de tu dolor, de tu sufrimiento y, ese sentimiento se convierte en otra pesada losa con la que acompañar tu día a día. Es en esas situaciones en las que te agarras a cualquier clavo ardiendo que te presenten. Te sujetas a la vida con la esperanza por bandera y una fe ciega que te hace decir “sí” a cualquier ensayo clínico o experimental. La razón se nubla y no alcanzas a analizar las consecuencias porque, cualesquiera que sean, no importan. En el peor de los casos el final será el mismo que hay escrito en tu historial médico.
Uno de esos ensayos clínicos, ha acabado con la vida de 12 personas en Holanda. Cinco de los hospitales más grandes de los Países Bajos (entre los que se encuentran el de Rotterdam y el de Utrecht) administraron , durante un año, “rivastigmine” (Novartis), un medicamento recetado normalmente para el Alzheimer y utilizado, en estos casos, para el control del delirio. En Holanda únicamente se usa en la Unidad de Cuidados Intensivos. El ensayo se realizó sobre dos grupos de 52 enfermos. A algunos, como es norma fundamental en decenas de ensayos clínicos, se le adminsitró un placebo. Cuatro de ellos han fallecido.
El fármaco, según su propio prospecto, “mejora la funcion de los nervios en el cerebro, evitando la descomposición del químico acetilcolina”, de niveles ínfimos en personas con demencia e importantísimo para el proceso de memoria, pensamiento y razonamiento.
Lo que nadie sabía es el alcance de los efectos secundarios. Un revés para las autoridades sanitarias holandesas que se han visto obligadas a detener el ensayo clínico para analizar lo ocurrido. Los datos que se recogen hasta hoy no invitan al optimismo. Y es que , el equipo médico esperaba que la medicina redujera la duración de los episodios de delirio. Lejos de cumplirse la hipótesis, analizada durante años por los profesionales, el fármaco puede haber causado la muerte directa de estas 12 personas, antes de que la propia enfermedad siguiera su curso letal.
Los familiares de las víctimas han acogido la noticia con desazón y no quieren realizar declaraciones mientras el Servicio de Inspección de Salud se encuentre estudiando el expediente del ensayo clínico. Sus miradas no buscan culpables, sino esperanza. Han vuelto al principio del ciclo, al inicio del círculo.
Y es que, no podemos olvidar que los ensayos clínicos son estudios de investigación, búsquedas que intentan probar el funcionamiento de los nuevos enfoques clínicos en las personas. Cada uno de los estudios que se realizan, a día de hoy, en todo el mundo, intenta responder a preguntas científicas, intenta buscar soluciones reales, caminos mejores para prevenir, diagnosticar o tratar una enfermedad.
“Es la manera real de avanzar, de progresar en desarrollo médico y los protocolos que se siguen son elaborados y revisados minuciosamente” apuntan desde las Asociaciones Médicas del país. “No olvidemos que el centro de la medicina es el paciente”, añaden.
No es la primera vez que ocurre en Holanda un caso de características similares. En 2009, la Sanidad Pública holandesa tuvo que hacer frente a un escándalo parecido. Más de 15 hospitales del país, probaron, en 144 personas, probiotica (una mezcla de bacterias que en principio son beneficiosas para el organismo) con el objetivo de conocer su efecto en las infecciones agudas del páncreas. Hubo 24 muertes. Otras 152 personas tomaron el placebo, de ellas, nueve fallecieron por la pancreatitis original. Y es que, las bacterias atacaban sin remedio las paredes del intestino deteriorándolas por completo.
Otros casos en los últimos años
Desde los Juicios de Nurember, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y con el mundo aterrado por los experimentos médicos realizados por el régimen nazi, es requerimiento fundamental proporcionar consentimiento informado para ser parte de un ensayo clínico.
La legislación Internacional cortaba, así, de raiz, la “barra libre” utilizada bajo la tutela de Hitler en el terreno médico. Desde entonces, por regla general, el medicamento debe pasar por el laboratorio. De ahí a los animales y luego al ser humano. El equipo médico elabora tres fases: una primera de seguridad, con pequeñas dosis para chequear los efectos colaterales, una segunda etapa en la que se proporciona el medicamento al paciente con el fin de obtener una mejoría. Por último, el estudio a gran escala de los resultados obtenidos. Son procesos que pueden superar los 10 años de estudio e investigación antes de que el medicamento o el tratamiento sea autorizado oficialmente. Incluso después, la investigación debe continuar para remarcar la fiabilidad y seguridad del nuevo avance.
Los problemas surgen cuando no se tienen ni los medios, ni la paciencia, ni la ética necesarias. Más del 25 por ciento de estos ensayos, según Amnistía Internacional, se realizan en países en vías de desarrollo. Y lo más alarmante es que se reclutan a personas que no han dado su consentimiento y que tienen pocas elecciones de vida.
Una investigacion realizada por la BBC en enero de 2009 sacó a la luz una serie de escándalos en la India relacionados con estas pruebas médicas, sin información y por obligación. Hace ya seis años, la M4N, una “droga” experimental de los Estados Unidos se les inyectó a pacientes de cáncer en la India sin ser antes testeada adecuadamente en animales. El Dr V. Narayan Bhattathiri, atónito, señaló en su momento que “lo que hicieron es algo increíble. No puedo encontrar ningún ejemplo de que se haya hecho una cosa semejante en los últimos cincuenta años aproximadamente. Quizás algo similar puede haber sucedido en los campos de concentración nazi”.
Todavía se comenten abusos en el campo de la medicina en el mundo, eso es innegable, ahora, Holanda se enfrenta a un debate público, como poco, molesto, y que debe definir la realidad de la medicina moderna en los Paises Bajos. Una investigación trasparente ayudaría. Una información detallada también. El silencio es mal consejero y muchos temen que derive en una visión social diferente para el médico. Una figura imprescindible para el mundo que, desde tiempos de Hipócrates, y tal como remarca su juramento cumple con su labor “en único beneficio de los enfermos”.