Revista Infancia

Cuando la música nos ayuda a recuperar identidad

Por Claudia Claudia Demkura @rondaredondaSg
Cuando la música nos ayuda a recuperar identidad
Hace más o menos quince años que debido a mi condición de extranjera en un país donde no se habla mi lengua materna busco caminos para incluirme socialmente y ayudar también a otros en mi situación. El desafío en este proceso es lograr la inclusión social pero sin perder eso que nos hace ser quien somos, nuestra herencia cultural.
 Ser bilingüe es hoy en día un objetivo común en una gran parte de la población. Por razones laborales, de status o de interés, muchas personas aprenden idiomas con el fin de ampliar sus horizontes. ¿Pero qué sucede cuando ser bilingüe se convierte en un acto de resistencia a la asimilación cultural?
 Para los que vivimos en países donde no se habla nuestra lengua materna, transmitir esa lengua a nuestros hijos es, en muchos aspectos una batalla cotidiana.
 Desde tener que dar explicaciones, de por qué hablamos con nuestros hijos en nuestro idioma delante de gente que no lo entiende, a tener que explicar que lo mejor que podemos hacer es transmitirles una gramática segura (no importa en qué lengua) porque con eso mejoramos sus oportunidades de aprender la lengua vehicular, el abanico de pequeñas batallas diarias es muy amplio.
 Por otro lado, hablar una lengua no oficial es un elemento de exclusión que está relacionado en forma directamente proporcional con el estatus que ese idioma tiene. No es lo mismo ser hablante nativo de inglés, que de español, de albanés o de rumano en un país europeo, como no es lo mismo ser hablante nativo de inglés, de alemán, español, quechua o nahuatl en el continente americano. La presión es tal que muchas veces los niños al crecer, dejan de hablar la lengua materna por considerarla carente de valor o porque se avergüenzan de ella.
 La pregunta que se plantea es entonces ¿cómo podemos desde nuestro lugar docente ayudar a evitar esa pérdida cultural tan importante para el individuo como es la lengua materna?
 El autor Aliaga Sáez (2008) plantea que una de las funciones más importantes que debe realizar un colectivo de inmigrantes, es la de constituir un espacio de reconstrucción de la identidad, un “amortiguador cultural” que resista o evite la asimilación y la aculturación y opere como sistema de protección de la complejidad que incluye el nuevo contexto, proporcionando herramientas para mejorar el proceso de integración y acomodamiento.
 Desde este punto de vista, los talleres de música e idioma para niños acompañados de sus padres brindan el marco ideal para generar redes de contención y contextos de aprendizaje cultural basados en el juego musical. En estos espacios podemos generar contactos positivos con la lengua, donde además los padres entran en contacto con otros pares, pueden compartir experiencias e intercambiar estrategias (Demkura, 2014).
 Si logramos además conformar en nuestros talleres grupos mixtos con familias que aprenden el idioma como segunda lengua, generaremos un espacio donde la cultura y lengua propia intercambian roles con la del lugar, permitiéndole al inmigrante recuperar la „simetría de discurso“ y la valoración de su lengua y cultura (Sepúlveda, 2001).
 Por otro lado, cuando somos docentes de música en la lengua vehicular del lugar, incorporar elementos propios de la cultura de nuestros alumnos, mostrando interés y apreciando lo que aportan como algo valioso para el grupo, puede marcar una diferencia enorme en la percepción que el niño tiene de su cultura materna.
Las oportunidades para ello en la clase de música son infinitas. Hoy quiero compartir con Uds. una. Salibonani es una canción Africana, que se utiliza para saludar en la mañana. En mis clases la utilizamos cambiando la palabra Salibonani (la primera vez en cada frase) por la o las palabras que se utilizan para decir buenos días (good morning, guten Morgen, kalimera, etc,) en otros idiomas. Si en el idioma existe la diferenciación mañana-día, la utilizamos sino, usamos lo que los niños conocen en su idioma como saludo.

 Siempre pregunto, ¿cómo te saluda tu mamá en la mañana? y no pocas veces del otro lado hay una cara de vergüenza y como pidiendo disculpas porque el idioma que se habla en casa tiene un estatus bajo a nivel social. Cuando eso ocurre, me tomo un poco más de tiempo para tratar de pronunciar correctamente, preguntando si lo hago bien, haciendo un comentario positivo sobre la musicalidad, la calidez o la sonoridad del idioma y siempre, siempre, encuentro una cara radiante del otro lado.
 Esta actitud además genera un cambio en la percepción del grupo con respecto a ese idioma. No pocas veces aparecen otros alumnos contando que tal o cual niño que habla el idioma X le enseño más palabras en su idioma materno. Y esto es de un valor inapreciable ya que un niño que se siente valorado, que siente que tiene algo valioso para enseñare a los demás mejora sus posibilidades de aprendizaje, su autoestima y su posición social en el grupo.
 Como docentes, creo que tenemos que tener siempre presentes que estos niños que comparten dos culturas, son potenciales mediadores entre las mismas. Por eso creo que tenemos el deber de fomentar esa función que Maalouf (2005) llama „puente cultural“ porque es nuestra oportunidad de aportar nuestro granito de arena a la construcción de una sociedad multicultural pacífica e inclusiva.
 Referencias bibliográficas:
  Aliaga Sáez, F. (2008). “Algunos aspectos de los imaginarios sociales en torno al inmigrante” [en línea], Aposta. Revista de ciencias sociales. N° 39.
 Demkura, C. (2014). ‟El aprendizaje del español en edades tempranas a través de la música. Guía didáctica“. Memoria de Master en Lingüística aplicada a la enseñanza del español como lengua extranjera. Universidad de Jaén. FUNIBER. Material en proceso de edición.
 Maalouf, A. (2005) “ Identidades asesinas“. Alianza Editorial. Madrid. Sepúlveda E., G. (2001). “Interculturalidad y construcción del conocimiento” [en línea] en: Revista Docencia. N° 13. Año XIX. Colegio de Profesores de Chile AG.

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