Cuando la resignación nos invade

El CIS dice que:

-El 60,9 por ciento de los parados no confía en encontrar trabajo en el próximo año, lo ve “poco” o “nada” probable en los próximos doce meses.

-Sólo el 13,3 por ciento de los españoles cree que la situación económica del país mejorará durante el próximo año, mientras que la mitad de la población considera que dentro de doce meses la economía española será peor que ahora.

-El 72,6 por ciento de los encuestados ven la actual situación económica peor que la de hace un año y sólo un 4,3 por ciento advierte mejoras, frente al 21,9 por ciento que no ve variación.

-En general, el 91,5 por ciento de la población considera que España atraviesa una situación económica mala o muy mala y sólo uno de cada cien ciudadanos la califica de buena (supongo que ese 1% será Bárcenas y su familia)

Datos descorazonadores, datos que reflejan que estamos en un hoyo, datos que sobrecogen. Datos para indignarse, datos para montarla, datos para pedir responsabilidades. Por las buenas o por las malas. Y es que leyendo un artículo que se llama “¿Por qué no hay una revolución social en España?”, confirmo lo que llevo mucho tiempo diciendo, y que tantas ostias verbales me ha costado: somos un jodido pueblo de resignados.

Hace 10 años, cuando me quejaba por la sanidad o por la educación me decían algunos mayores; “calla, que esto lo tienes gracias a que muchos lucharon por tus derechos” A lo que yo respondía: “pues para no volver a lo de antes, pienso seguir gritando, que vivir en democracia no significa ni ser libre ni tener un porvenir” Y esto lo estamos viendo.

La pregunta es: ¿a qué estamos esperando?, ¿qué más necesitamos para producir una masiva respuesta a lo que esté pasando? Porque hasta lo que yo se, el presente (no ya el futuro) de nuestros hijos y el nuestro se está viendo vapuleado.

Me gustaría que la ciudadanía se uniera para no pagar impuestos hasta que Urdangarín no abone lo que debe. José Blanco, los ERES de Andalucía, el caso Brugal y Minutos, y ahora, nuestra última insigna, el señor Bárcenas y todos los que han cobrado “sobrecitos” en negro y los que lo sabían y no lo denunciaron a Hacienda, todos, estén en la cárcel después de haber pagado escrupulosamente cada euro que deben. Como yo pago lo que debo. Que hubiera una revolución, una contestación, la forma de hacer ver que con nosotros no se juega.

Así pues, ustedes podrán decirme que soy utópico e incendiario. Pero prefiero eso a presenciar un solo suicidio más por desahucio o ver cómo mi entorno tiembla de miedo pensando en mañana. Porque cree que aún será peor