Revista Cultura y Ocio
Era el mejor jugador de básquetbol, todos dicen, internacional. (...) Había vivido apoyado en su cuerpo, había sido, en cierta manera, su cuerpo. (...) La clase de susto que él, enfermo, mostraba en los ojos y los movimientos de las manos no podía ser aumentado por la idea de la muerte ni adormecido con proyectos de curación.
Juan Carlos Onetti
(en LOS ADIOSES. Epílogo de Rafael G. Maldonado. Editorial Luz de Agosto.)