Revista Opinión
“El cuerpo susurra, El cuerpo habla, El cuerpo grita, Aquello que la mente no puede o no quiere comprender.,” He tomado esta cita que se aplica generalmente en el campo de la medicina preventiva, para intentar encontrar al menos un sentido a estas tragedias naturales que afectan a distintas partes del planeta tierra. Ese lugar en que todos habitamos que es nuestra gran casa en la cual refugiamos nuestros cuerpos. Es hoy esa gran casa nuestra la que, cansada de susurrar, de hablar, ahora nos está gritando. Desde la Cumbre de la Tierra de Río en 1992 pasando a 1997 con la firma del protocolo de Kyoto, se han firmados otros documentos similares en la ONU hasta llegar al presente donde la decimoctava Conferencia de las Partes (COP 18) sobre cambio climático ratificó el segundo periodo de vigencia del Protocolo de Kioto desde el 1 de enero de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2020. Las acciones tendientes a proteger el planeta y adoptar medidas para reducir los gases de efecto invernadero, en los protocolos se ve muy bien, pero en la práctica poco de ello ocurre. Desforestación, desertificación, contaminación atmosférica, desechos tóxicos, contaminación y acidificación del mar, lluvia ácida etc. son algunos de los problemas que aún siguen sin solución. Ud. dirá que catástrofes naturales como las ocurridas en dos oportunidades en México durante el presente mes, siempre han ocurrido en el mundo y seguirán ocurriendo al igual que los huracanes y las inundaciones.
Es probable, pero la tierra nos está gritando, y no estamos haciendo caso.