de James Corbett
Traducción Francisco G Subirachs. Transcripción del video del 19 de abril 2010
Los que han estudiado la historia saben que nada vigoriza y da más poder a un régimen autoritario que un espectacular acto de violencia, alguna pérdida repentina y sin sentido de la vida que permite al autócrata ponerse de pie sobre el humo de los escombros para autodefinirse como el héroe. Es en esos momentos, cuando el público todavía está en estado de shock por el horror de la tragedia que acaba de desplegarse ante ellos, que pueden ser guiados hacia el despotismo más cruel: el despotismo que ahora lleva el manto de la “seguridad”.
Los actos de terror y violencia nunca benefician al hombre o a la mujer común. Los únicos que se benefician siempre son los que están en posiciones de poder.
Esta es la razón por la que Nero se distraía mientras Roma ardía: le dio la oportunidad de lanzar a los cristianos a los leones y reconstruir la capital del Imperio Romano según su propia imagen.
Esta es la razón por la que Hearst y los belicistas del emergente Imperio Americano estaban encantados con la destrucción del USS Maine en el puerto de La Habana: les dio la excusa que necesitaban para poder despertar a la opinión pública para que apoyara la Guerra Española-Americana.
Es por esto que Israel atacó el USS Liberty en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, ametrallándolo y torpedeándolo implacablemente durante horas en un vano intento de hundirlo: los israelíes creían que la pérdida del Liberty se podía culpar a Egipto y así involucrar a los estadounidenses en la guerra.
Es por esto que hay cientos de ejemplos documentados de gobiernos poniendo en escena ataques con el fin de culpar a sus enemigos políticos. En todas las civilizaciones, en cada cultura, en cada período histórico, los autoritarios han sabido que los actos espectaculares de violencia ayudan a consolidar aún más su propio poder y control. Y, por desgracia, a lo largo de la historia han habido demasiados dispuestos a permitir que los ataques ocurran, o pretender que los ataques se han producido o incluso atacar a su propia población con el fin de promover su agenda política.
Pensar que tales provocaciones protagonizadas y ataques de falsa bandera ya no ocurren sería tan poco realista como creer que la naturaleza humana ha cambiado, que los poderosos ya no buscan aumentar su poder, que la influencia no se utiliza para el engaño o la manipulación, que ya no se dicen mentiras para satisfacer la codicia o saciar la sed de control. Eso es creer que nuestra sociedad es immune a todas esas cosas que hemos visto en cualquier otra sociedad en todas las demás eras. En definitiva, se trata de una ilusión peligrosa.
La gente está aprendiendo una vez más el poder de este engaño. Están aprendiendo en qué medida se les ha mentido. Están estudiando su propia historia una vez más.
Los rusos están aprendiendo cómo el FSB fue sorprendido colocando bombas en Moscú en la década de los 90 durante un susto terrorífico que puso a Putin en el poder y agitó al público para apoyar la segunda guerra de Chechenia. Están aprendiendo cómo su ex presidente autocrático llegó al poder haciendo campaña encima de las tumbas de aquellos que habían sido asesinados por sus antiguos compinches en el FSB.
Los israelíes están aprendiendo cómo el Mossad ha sido sorprendido una y otra vez haciéndose pasar por los terroristas musulmanes a los cuales afirman oponerse. Están aprendiendo cómo Israel utiliza el espectro del terror para extender aún más su cheque en blanco sacado de fondos estadounidenses para expandir su estado policial en el país y mantener su postura dura, la sexta mayor superpotencia nuclear del mundo supuestamente amenazada por la posibilidad de que uno de sus vecinos pueda algún día obtener una sola arma nuclear.
Los británicos están aprendiendo cómo captaron a sus oficiales de la SAS vistiéndose como árabes en Irak, conduciendo camiones llenos de municiones, disparando a la policía para provocar tensiones étnicas y para asegurar que podrían construirse bases permanentes en la región. Están aprendiendo cómo Haroon Aswat, el supuesto autor de los atentados del 7/7, trabajaba para la inteligencia británica .. Están aprendiendo cómo la inteligencia militar británica participó en los atentados del IRA.
Los Indios están aprendiendo cómo el ataque de Mumbai fue apoyado por un agente estadounidense que está cooperando con los investigadores para no enfrentarse a una interrogación por autoridades extranjeras.
Los canadienses están aprendiendo como en su propia policía provincial se disfrazaron de manifestantes en el 2007 y amenazaron con violencia contra otros policías con el fin de obligar a la represión de unas protestas pacíficas.
Y los estadounidenses están aprendiendo que se hallaron, desmantelaron y retiraron múltiples bombas del edificio Alfred P. Murrah el 19 de abril de 1995. Están aprendiendo que Timothy McVeigh había escrito una carta a su hermana en la que afirmaba ser de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos. Están aprendiendo que el bombardeo estaba siendo dirigido por informadores del FBI, igual que el atentado contra el World Trade Center de 1993. Están aprendiendo acerca del 11S, el Golfo de Tonkin y la Operación Northwoods y sus propios Manuales de contrainsurgencia del Ejército que enseñan a los oficiales cómo cometer ataques de falsa bandera para culpar a sus enemigos.
En resumen, la gente está aprendiendo la verdad.
Y ahora vemos la misma preparación para un evento de falsa bandera como el que tuvo lugar en 1995. En ese momento los medios de comunicación corporativos de EE.UU. estaban desesperados por arrojar barro a cualquiera interesado en las acciones de su gobierno, y tenían un gobierno que era desesperadamente impopular entre una creciente insatisfacción. Hoy vemos los mismos factores en juego.
En todo caso, hoy en día la situación es peor de lo que era en el período previo al atentado de Oklahoma City, con la consolidación de los medios de comunicación lo que significa que los grupos de ciudadanos preocupados como los Oath Keepers están siendo atacados por los esbirros controlados de la izquierda y la derecha. Y ahora no es sólo la milicia la que está siendo demonizada por la administración: son los veteranos y los propietarios de armas, los partidarios de un tercer partido y libertarios, los manifestantes contra la guerra y los defensores de los derechos humanos, las personas que están molestas con el hecho de que su gobierno da billones a los bancos que han ingeniado nuestra actual crisis financiera en primer lugar. En resumen, todo el mundo es ahora un terrorista en potencia, de acuerdo con los organismos gubernamentales y los medios de comunicación que se dignan a limitar nuestra gama de opinión aceptable y controlar la disidencia.
Incluso la palabra “terrorista” significa algo más de lo que significaba en 1995, después de que el ataque de falsa bandera con ántrax permitiera la aprobación del Patriot Act( Ley Patriota), después de que el enemigo invisible de Al-CIAda dio a la NSA la oportunidad para anunciar que estaban recogiendo mensajes de correo electrónico de todo el mundo y llamadas telefónicas, después de que el ex secretario de Seguridad Nacional (Homeland Security) salió y admitió que el gobierno de Bush había inventado amenazas terroristas con el fin de asustar a la gente para apoyar al gobierno, ahora sabemos cuál es la verdadera definición de terrorismo. Son los gobiernos asustando a sus propias poblaciones para que se pongan en fila.
Pero hay algo más que es diferente ahora de lo que era en el 95. Las personas están aprendiendo algo más sobre el terrorismo: no son terroristas por hablar en contra de su gobierno. No son terroristas por querer que el gobierno deje de vender a sus hijos como servidumbre para pagar los bonos de los banqueros. No son terroristas por señalar que el FBI, la CIA, Mossad y el MI6 están detrás de cada acontecimiento terrorista.
Las personas no son terroristas porque no quieren ver más muerte. No quieren más destrucción, el derramamiento de la sangre de sus conciudadanos no va con sus intereses. La muerte y destrucción solamente sirve a los intereses gubernamentales, financieros e industriales que siempre crecen en poder y riqueza en la estela de cada tragedia. Una y otra vez las personas pagan con sus vidas, y los gobiernos, los bancos y la máquina de guerra sólo crece y prospera.
Las personas no quieren el terrorismo, ya que no los beneficia. Sólo beneficia a la estructura de poder existente.
Y esta vez, si hay otro evento organizado para culpar al enemigo de turno del gobierno, la gente sabrá a quién culpar.