Distraigo una tarde de primavera leyendo el ameno volumen Cuando llegan las musas, escrito por Raúl Cremades y Ángel Esteban, que se ha convertido en un paseo delicioso e informativo sobre las trayectorias, manías y peculiaridades creadoras de un escogido grupo de autores, a algunos de los cuales he leído con profusión durante años o décadas. ¿Aportan esas informaciones algún detalle especial a sus figuras, que sirva para entenderlos mejor? Pues posiblemente no; pero qué buenos ratos me ha deparado la lectura.
He sabido que el argentino Jorge Luis Borges acostumbraba a tomar un baño nada más levantarse, para rememorar sus sueños y decidir si alguno de ellos merecía la pena ser escrito; o que el peruano Mario Vargas Llosa siente una enorme ternura por los hipopótamos, que son los animales que más disfrutan (eso se dice) apareándose. Son, como indico arriba, pequeñas fruslerías sin gran importancia literaria, pero que ofrecen nuevos ángulos de aproximación a esas figuras egregias del mundo de las letras.
Y anoto una humorada que no sé si todo el mundo sentirá igual de graciosa que yo: dicen los autores que “Miami es tan latino como Barcelona, con la diferencia de que allí hay más hispanohablantes que en la Ciudad Condal”.