Hoy se conmemora el 30 aniversario de la muerte Francisco Mendes da Silva, más conocido con el apodo de “Chico Mendes”. De piel opaca, barriga de cervecero, bigote mexicano, el primer mártir de la ecología mundial, vivió siempre en una modesta casa de madera, típica de las regiones amazónicas del Brasil, en el Estado de Acre, fronteriza con Bolivia.
Este “primer” defensor de la naturaleza, humilde que aprendió a leer a los 24 años y tan pobre que no se pudo vestir de manera completa hasta que no alcanzó los 40 años, se convirtió en el paradigma de la salvaguarda de una de las regiones más vitales de nuestro planeta, donde vivió y creció siendo líder de los trabajadores del caucho de la Amazonia.
Chico Mendes, fue asesinado el 22 de diciembre de 1988 a punta de escopeta por un hacendado y su hijo. Pero aunque fueron condenados, aquello no cambió la triste realidad del país Porque la verdad es que los autores intelectuales del crimen continuarán impunes. La campaña de intimidación del “siringuero”, el trabajador del caucho, que se opone a la tala de los árboles de la selva para permitir la llegada de los rebaños de ganado, no será derribada.
Nunca en la historia de la justicia brasileña, un juicio contra los asesinos, llamó tanto la atención internacional. La prensa mundial llegó a decir que el juicio demostró la importancia que tiene la defensa de la Amazonía en todo el planeta.
El juicio a los asesinos de Chico Mendes se convirtió en un proceso contra la idea de desmantelar la selva y contra los grandes hacendados y ganaderos que actúan impunemente en la región, contratando “pistoleros”, para acabar con los “siringueros”, que se resistan a venderles sus “colocaoes”, es decir, el lugar donde pueden extraer el caucho.
Chico Mendes había denunciado con increíble precisión, en cartas y telegramas a las autoridades departamentales y hasta al presidente de entonces, José Sarney, las fechas y los nombres de los interesados en su eliminación.
Cuando fundó la “Unión de los Pueblos de la Selva”, una especie de sindicato que pretendía luchar por la reivindicaciones de los indígenas, los “siringueros”, y otros habitantes de la región que viven de la caza y pesca, Chico Mendes lanzaba la importancia en la conservación de la la amazonia que tiene “una cultura”, y “una población”.
Su batalla era pacífica, al punto que llegaron a llamarlo el “Ghandi”, de la Amazonia porque usaba la llamada técnica del “empate”, que consistía en impedir que se derrumbaran los árboles de la selva virgen, ocupando con familias enteras las zonas de desmantelamiento.
Su fama llegó a tener repercusiones mundiales cuando logró expulsar la poderosa compañía brasileña “Bordón”, que había hecho grandes inversiones en la Amazonia brasileña, para convertirla en tierras aptas para la ganadería. En 1987 fue invitado para visitar los Estados Unidos cuando la opinión pública norteamericana estaba muy preocupada con el “calentamiento global”, y consiguió dar una dimensión internacional a su lucha por lo que recibió el premio “Global 500”, de las Naciones Unidas otorgado a personalidades que se destacan por defender los recursos naturales.
Chico Mendes, un activista victima de los intereses, no fue el único, ya que fueron hasta 400 los asesinados en un periodo de diez años. Su muerte, sin embargo, no fue en vano. Fue dolorosa y dejó vacío insustituible, pero el movimiento de los trabajadores del caucho de la Amazonia. Con su lucha, se logró conservar el 97 por ciento de las tierras que Mendes tanto quiso. Con su muerte, “los ángeles lloraron”.