Los bancos centrales de los países emergentes son los mayores compradores de oro oficiales y están lejos de detenerse. El año pasado, las compras de oro han roto su marca desde 1964 con un total de 445 toneladas. Los bancos centrales saben bien que el único escudo de protección contra el papel moneda sigue siendo el oro.
Los países emergentes lo han comprendido realmente bien: Rusia ha completado sus reservas de 15,5 toneladas en mayo y dispone así de 911,3 toneladas, lo más alto desde 1993. Tailandia ha casi duplicado sus reservas en dos años. México ha comprado más de 100 toneladas desde febrero de 2011. Turquía ha acumulado 123 toneladas desde octubre último.
Las compras de oro en aumento
Los bancos centrales no van a dejar de comprar oro. Las estadísticas muestran un promedio anual del 20% según el Consejo Mundial del Oro. Estas estadísticas deberían estar aumentando. Desde el comienzo de la crisis financiera, los bancos centrales han dejado de vender y han revertido la tendencia consolidando sus reservas con el oro. Y la evolución debería acentuarse.
Según los estudios realizados, los activos de cambio han aumentado un 650% alcanzando 10.400 millones de dólares desde 1980. Algunos podrían juzgar necesario reevaluar el oro con respecto a la impresión masiva de papel moneda.
Sería sensato basar una diversificación que no sea sobre las divisas en papel. De hecho, la plancha de fabricar billetes no es la solución para todos los males. Es imperativo impedir que la economía global caiga en una depresión que conlleve a una caída de los precios. Esto es un poco irónico pero no es sorprendente ver a los bancos centrales sacar sus planchas de billetes y comprar oro al mismo tiempo para proteger la devaluación que habrán ocasionado ellos mismos por tanta tinta utilizada.
Los inversores juzgarán como algo bueno diversificarse en el oro. Es lo que hace que algunos se hagan ricos, y se convierte en un lema popular: cada cual invierte a su propia escala.