Leyendo una entrada de John Halamka sobre sus “aventuras” con el estándar DICOM recuerdo algunas situaciones similares que viví como directivo.
En principio, los estándares deberían “garantizar el acoplamiento de elementos construidos independientemente“, pero esto no siempre es así.
“Si no quieres tener problemas, es mejor que tu PACS y tu RIS sean del mismo proveedor“… ¿cuántas veces habré oído esto? Y cuando tú respondías: “¿Pero no debería dar igual? Para eso están los estándares”, solían responderte con una sonrisilla socarrona, como diciendo: “¡Tú mismo!”. Como este ejemplo se pueden poner otros muchos, pero en esta “nueva etapa” del blog me he prometido no hacer entradas tan largas, así que no entraré en más detalles.
Pero, en realidad, más que un problema de los estándares en sí, creo que se trata de un problema sobre cómo las empresas interpretan los estándares. Según cómo los uses, puedes poner la etiqueta de “Cumple con el estándar X”, pero dificultas la integración real con los dispositivos de tus competidores, dando “ventaja” a tus productos.
Al final se terminarán integrando, pero habrá supuesto un montón de horas de trabajo de tu servicio de Informática, con múltiples dolores de cabeza incluidos. Esto nos puede dar una idea del camino que aún nos queda por recorrer. Deberíamos acercarnos más aún a la filosofía que hay tras el software libre.
A propósito del software libre, hay otra anécdota en la entrada que me parece digna de mención. Cuando le dan a la mujer de John el CD con las imágenes, resulta que lleva un visor incorporado que, atención: ¡SÓLO FUNCIONA EN WINDOWS! ¡Toma ya!
Esta situación es algo a lo que tienen que estar bastante acostumbrados los usuarios de Mac. En este sentido, el software libre también nos puede ayudar. Pondré un ejemplo personal. Yo manejo habitualmente Windows (mi portátil de trabajo), OS X (mi ultraportátil personal) y Linux (habitualmente en máquinas virtuales para cuestiones puntuales). Necesitaba gestionar mis contraseñas en las 3 plataformas y la virtualización de sistemas no era nada cómoda (mi primer gestor de contraseñas sólo funcionaba en Windows; empecé con él antes de tener el Mac). ¿Qué hice? Pues me fui a mi repositorio preferido de software libre (SourceForge, os la recomiendo) y encontré KeePassX, teniendo ahora mis contraseñas en Windows, OS X, Linux y mi móvil Android… ¡una pasada!
Pues, en un mundo ideal, debería pasar lo mismo con los estándares que usamos en Informática Sanitaria. No me malinterpretéis, los estándares son geniales, pero no dejan de ser herramientas y su mejor provecho depende de las personas que las utilizan.
Pero no pensemos que esto es una situación nueva. Voy a poner un ejemplo “no tan lejano” sobre estándares que no nos dan lo que prometen.
¿Os acordáis cuando nuestros móviles eran una pasada si llevaban Bluetooth? ¿Y os acordáis cuando había que pasar fotos o contactos de un móvil a otro? ¿No lo recordáis como una pesadilla? Por ejemplo, un Nokia “no se entendía” con un Sony Ericsson… pero vamos, que lo raro era encontrar marcas diferentes que “se entendieran” y al final, te terminaban dando el consejo con el que empecé la entrada: “Si no quieres tener problemas, lo mejor es que te los compres de la misma marca”