Revista Coaching

Cuando más eficaces somos, más problemas tenemos

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Cuando más eficaces somos, más problemas tenemos

Por Ichak Kalderon Adizes

Uno podría pensar que cuando más eficaces somos, más problemas somos capaces de resolver y, por consiguiente, menos nos queda, ¿verdad?

No, es una equivocación.

La verdad es que cuando resolvemos más problemas, más problemas nuevos obtenemos, y con más rapidez de su solución, tendremos más rapidez de su aparición. De esto sacamos una conclusión de que siendo más eficaz, uno se siente más ineficaz. ¿Cómo puede pasar algo así?

He sacado esta idea de mi experiencia de viajar. Noté que hay dependencia entre el nivel del desarrollo de un país y el nivel de estrés de sus ciudadanos: lo más desarrollado es un país, lo más estresados están sus ciudadanos. Un estrés enorme es una consecuencia de la enorme cantidad de problemas, que aparecen muy rápido, en cuanto el país se hace más eficiente. Por otro lado, en los países subdesarrollados, la gente tiene menos estrés. Eso no quiere decir que tengan menos problemas, solo los toman con más calma. Una reacción normal para una nación subdesarrollada antes de un problema surgido es resolverlo luego, quizás mañana.

¿Qué pasa entonces?

Es sabido que los cambios aparecen de una manera constante: siempre había y habrá cambios. Cuando hay un cambio, por definición hay un evento. Y este evento puede ser ora un problema, ora una oportunidad. En los términos de la Metodología Adizes lo llamo "opporthreat", porque cada problema es de hecho una oportunidad para mejorar sus destrezas siempre y cuando se maneje de una manera correcta. Por otro lado, un evento, que por primera vista parece una oportunidad, puede resultar un verdadero problema si lo llevamos mal. Así, un evento representa desde el principio ambos y un problema y una oportunidad, el resultado depende solo de cómo lo manejamos.

Quiero poner énfasis en que este, sin tomar en cuenta que es un problema o una oportunidad, tiene que ser manejado, resuelto de una manera propia. Es necesario decidir qué tenemos que hacer y luego implementar esta decisión.

Cuando actuamos en respuesta al evento, independientemente si lo hacemos de una manera reactiva o proactiva, una vez tomada e implementada la decisión, nuestras acciones causan un cambio. Ahora la situación es otra lo que crea nuevos problemas. Precisamente por eso los problemas permanecerán para siempre, así como y los cambios.

Pero hay otra cosa muy curiosa que me hizo escribir este post. Imagínense que elaboraron dispositivos y/o herramientas gerenciales para que podamos diagnosticar más rápido un problema, luego con más rapidez tomar decisión e implementarla, suena perfecto, ¿no?

Entonces, será posible resolver el problema rápidamente, pero eso significa que crearemos nueva situación también más rápido, lo que es un cambio que, por su parte, nos traerá nuevos problemas. Es que lo más rápido los resolvemos, lo más rápido aparecen.

Tomen como un ejemplo el correo electrónico. Fue creado para proporcionar una comunicación más rápida y sin papeles y así hacernos más eficaces. Pero, ¿qué pasó entonces? Yo, por ejemplo, y supongo que no soy único, de momento tengo mucho más problemas de lo que tenía antes de esta innovación. Lo más eficaces somos, con más velocidad avanzamos, más rápido aparecen problemas para afrontar. Pues, con más alto nivel del desarrollo de un país, más fácil se resuelve todo, sin muchas complicaciones, y entonces, más rápido aparecen nuevos problemas y, como el resultado, más estresada está la gente. Cuando estoy trabajando en un país en vías de desarrollo, nada funciona fácil y sin dificultades. Es difícil aun tener a la disposición una conexión telefónica, el transporte no es fiable, hay muchas situaciones cuando la gente pierde tiempo esperando a que algo pase. Todo es ineficaz e ineficiente, pero ¿adivinen qué? La gente sonríe, ellos tienen tiempo para charlar uno con otro. Las risas se oyen más en un día en estos países que en todo el mes en los países desarrollados. La población es pobre pero feliz, mientras que en los países desarrollados es rica y triste.

Además, tuve una experiencia muy interesante de diagnosticar Montenegro, me reuní con todo el gabinete y analizamos juntos lo que tenía el país de momento y su visión para el futuro. Como yo esperaba, todos manifestaron el deseo de ser como "América", la pongo entre paréntesis para que sea más entendible que se trata de un concepto idealista y no de la posición geográfica; ellos se referían a un concepto de un país que funcione de una manera eficaz, con buenas autopistas, un sistema bancario excelente, una infraestructura de tecnología informática bien desarrollada, etc.

Para ellos hacerse un país desarrollado era como un sueño, pero para mí, la persona que ya cumplió este sueño, es como una pesadilla. Allí, en Montenegro, vi que los amigos se reúnen por lo menos una vez por semana y pueden simplemente visitar la casa de cualquier amigo sin avisarlo de antemano. Por lo menos una vez al mes se reúnen todos juntos para celebrar algo, un cumpleaños o un aniversario, o alguna fiesta religiosa. Además, disponen del tiempo para juntarse y cantar, y para comer "slow food", es decir, comer en condiciones y sin prisa, nadie da la preferencia a la comida chatarra. Los restaurantes están llenos de gente que está tomando algo, charlando y riéndose.

En California, donde vivo, los mejores amigos se reúnen en el mejor caso una vez al mes, la comunicación se realiza mayormente por correo electrónico y teléfono, hay poca comunicación directa, cara a cara, y nadie se atreve a visitar la casa de otro amigo sin avisarlo de antemano. Para poder reunirse, la gente planea todo en su horario con la antelación de un mes, más o menos. Lo mismo pasa y con los niños: todo tiene que ser planeado y colocado en la agenda. En otras palabras, en los países desarrollados los estándares de vida son más altos, pero la calidad es más baja. En los países en vías de desarrollo todo pasa al revés: los estándares son más bajos, pero la calidad más alta. Allí la familia y los amigos se valoran mucho, la gente dedica mucho tiempo uno a otro.

Entonces, mis recomendaciones al Gobierno de Montenegro eran así: no prestar la atención primordial al desarrollo de las autopistas, televisión y wi-fi. Creo que no solo algo pequeño es bello, sino también algo subdesarrollado. Les recomendé orientarse a la construcción de los pequeñitos hoteles, que promuevan alojamiento y desayuno, en vez de orientarse a la construcción de los hoteles grandes. Además, les aconsejé que mantuvieran las tradiciones de la cocina nacional, y también que prohibieran entrar en el mercado las grandes cadenas de la comida chatarra. Mi lema era "aflojar el paso", es decir, proteger lo bueno que tenían, sacar ventajas de sus propias desventajas, como es hacer limonada de un limón agrio. Proteger el país subdesarrollado del desarrollo. (Imagínense que la gente en Montenegro todavía, para aquel momento, podía tomar agua directamente de los ríos. ¿Dónde será posible hacer algo así?)

Vale, es que tengo muchas dudas que mis recomendaciones aceptaran entonces. Lo mismo traté de hacer en Macedonia muchos años antes de mi trabajo en Montenegro. Nadie siguió mis consejos. La gente estaba convencida de que sin pasos hacia el desarrollo se quedarían atrás, perderían una oportunidad de vivir una vida buena con grandes supermercados y centros comerciales, con enorme variedad de oportunidades. Y solo después de la desintegración, el distanciamiento y el estrés que inevitablemente acompaña el cualquier desarrollo, decidieron echarse atrás y aflojar el paso. Pero para aquel momento sus ríos ya estaban contaminados y su aire se hizo peligroso para respirar. El tiempo vuela y no queda para nada, la vida es corta porque es demasiado rápida, y es demasiado rápida porque hicimos este mundo demasiado eficiente.

Fuente: http://ichakadizes.blogspot.com/2013/04/cuando-mas-eficaces-somos-mas-problemas.html

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