Revista Opinión

¿Cuándo mudan en manía las costumbres?

Publicado el 15 abril 2011 por Miguelmerino

Con los años, uno va acumulando costumbres. No es nada extraño, puesto que se necesita tiempo para que algo se convierta en costumbre, es lógico que sean los años quienes las multipliquen. Pero… ¿Cuándo se convierte una costumbre en manía? Supongo que cada cual tendrá su opinión.

He adquirido recientemente una costumbre, que es tomarme un vase de leche con colacao bien caliente antes de dormir. Y probablemente sea una manía que sea mi hija quien me lo prepare. Puede ser.

Otra costumbre es la de despertarme sobre las cinco o cinco y media de la mañana, irme al salón, poner la tele y seguir en un duermevela hasta las siete que me levanto oficialmente. La manía probablemente esté en cambiar cada media hora de canal para escuchar las mismas noticias contadas por gentes diferentes.

También acostumbro a publicar estas entradas a primera hora de la mañana, entre siete y media y ocho y media. Aquí no veo ninguna manía, es cuando más tranquilo estoy con todo el mundo durmiendo y aunque la entrada la haya escrito en cualquier otro momento del día, a esta hora puedo darle una última revisión e incluso un cambio radical y publicar la versión definitiva.

Por supuesto que con casi cincuenta años de lector impenitente he adquirido costumbres y manías. Veamos algunas: siempre tengo una lectura principal, lo que se podría llamar el libro que estoy leyendo. En este momento se trata de La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, en una edición marcada por Alfaguara como definitiva. Luego, en el baño tengo siempre un libro para hacer mas distraida la inevitable función fisiológica. Este suele ser un libro de artículos, de cuentos o relatos cortos, más que nada por no hacer interminable dicha función y poder parar la lectura al final de un artículo o relato, ahora mismo el libro que cubre esa función es Cuentos completos de Jorge Edwards. Además, tengo otro libro en la mesita de noche, por si leo un poco antes de dormir. Este suele ser un libro ligero o divertido que también pueda soltar en cualquier momento sin el deseo acuciante de leer otra página y el consecuente insomnio. Esta labor la tiene encomendada desde hace bastante tiempo Las mil y una noches en una edición del Club Internacional del libro en seis volúmenes, actualmente estoy en el volúmen dos. También en el coche tengo siempre algún libro, para matar las esperas en consultas médicas, turnos en oficinas públicas o cualquier otra situación que se pueda presentar y en la que tenga necesidad de pasar un tiempo de espera. En la guantera de mi coche, descansa para este fin La vida de los césares de Suetonio, en una muy mala edición llena de errores tipográficos y temo que también de traducción, pero que, a pesar de todo, me sirve; eso sí, en cuanto acabe de leerla irá a parar bien desmenuzado a un contenedor de basura pues no pienso permitir que nadie más lo lea.

Bueno, aquí ha ido un pequeño batiburrillo de algunas costumbres o manías, que cada cual meta en el saco correspondiente la que crea merecer uno u otro calificativo. Hay más, pero ni quiero quedar por maniático irredento, ni se pueden contar todas las cosas, mucho menos en horario infantil protegido.


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