Cuando hacemos un viaje cultural esperamos contemplar en persona aquellos edificios, palacios, catedrales, fuentes, plazas, esculturas o cuadros que hemos visto tantas veces en postales, libros, documentales y guías. Pero, rara vez,nos planteamos la posibilidad de no encontrarlos allí. Sin embargo, esto es una realidad de la que dan fe millones de visitantes a lo largo de los años.Creo que todos estamos de acuerdo en que los cuadros, las esculturas, los edificios, deben ser restaurados y limpiados cuando los expertos lo crean necesario para poder seguir disfrutando de ellos. Tenemos el deber de legarlo a las generaciones venideras, igual que las anteriores nos los han entregado a nosotros y perpetuar en la historia esas maravillas para memoria y admiración de toda la humanidad. Las obras de arte se convierten en un bien que nos pertenece a todos, independientemente del país en el que se encuentren. Se podría decir que para ellas no existen fronteras ni temporales, ni físicas.El ejemplo que nos puede venir a la cabeza más fácilmente es el de ir a ver ese cuadro tan famoso y extraordinario que la guía de viajes te asegura que se encuentra en el museo de la ciudad que visitas y, al buscarlo, compruebas que está prestado para una exposición temporal, está en restauración o la sala se encuentra cerrada… ¿Os imagináis llegar al Museo del Prado y no encontrar Las Meninas? Tranquilos, esto es muy difícil que ocurra ya que las obras más emblemáticas de los museos son imprestables.
Medidas de seguridad en la actualidad alrededor de la Gioconda.
Museo del Louvre.
Hueco que la Gioconda
dejó en la pared tras su robo.
Los libros, las guías y los blogs de viajeros están llenos de referencias a sus visitas a los museos y el hecho de encontrarse con la desagradable sorpresa de que tal cuadro no está en la exposición. Esto es relativamente frecuente. Ya nos había pasado a nosotras en la Galería de los Uffizi en Florencia (septiembre de 2011) y en la National Gallery de Londres (septiembre de 2018) donde la sala de la Virgen de las Rosas de Raphael estaba cerrada y, según habíamos leído, en este museo es bastante frecuente encontrarse salas cerradas.
Exterior de la National Gallery. Londres.
Pero el caso más chocante que hemos visto personalmente fue el del Museo de Arte Antiguo de Bruselas donde casi la mitad de la colección estaba prestada a diferentes exposiciones (junio de 2018). En estas ocasiones te llevas la decepción de no poder contemplar la obra y la sensación de dejadez al ver, en lugar de uno de tus cuadros preferidos, una fotocopia pequeñita en blanco y negro y de muy mala calidad.
Así se veían algunas de las paredes del Museo de Arte Antiguo de Bruselas
en junio de 2018, con las obras prestadas o en restauración sustituidas por fotocopias.
Otro caso sorprendente que nos hemos encontrado en vivo y en directo de estas ausencias fue en Gante (junio de 2018) donde al ir a ver el famoso políptico de la Adoración del Cordero Místico, que ostenta el triste récord de ser la obra más veces robada de la historia, te encuentras que está ubicado en su propia capilla dentro de la catedral de San Bavón (la catedral es gratuita, la sala del Cordero Místico, no) con un panel explicativo de las diferentes partes del retablo antes de pasar por caja… Pero, en esta ocasión, también te contaban que estaba siendo restaurado por lo que una de las tablas no era la verdadera, sino una copia de alta calidad, pero que no te dirían cuál.Entrada sí te cobraban, por supuesto, pero te dejaban con la incertidumbre de si habías visto el Cordero Místico en realidad o habías tenido la mala suerte de que estuvieran restaurando precisamente la parte central y más importante de la obra el día de tu visita.
Políptico de Gante.
La parte más importante y conocida es la del Cordero Místico en la parte inferior central.
Reproducción de la tablilla
del poema de Gilgamesh.