¿Por qué cuesta tanto pedir ayuda?
Cuesta, y más, cuando no estás acostumbrado a hacerlo.
El miedo a no ser atendido en tu demanda, que los que te rodean se cansen de verte siempre mal, el que se convierta para ellos en algo habitual o el que una negativa nos lleve a la decepción son algunos de los condicionantes.
En el camino que nos espera, aquéllos que sufrimos una enfermedad crónica, necesitamos vuestra ayuda. Queremos ser los mismos de antes, pero no lo somos, queremos tener voz propia y que no sea nuestra enfermedad la que hable por nosotros, pero no siempre es así.
Probablemente, tenemos más personas de las que creemos a nuestro alrededor, que nos quieren y que están dispuestas a prestarnos ayuda cuando la necesitamos.
Seguramente lo único que tenemos que hacer es pedirla. Aunque, a priori parezca fácil, es algo que a los enfermos crónicos nos cuesta aprender.
Debemos ser conscientes de que no es lo mismo pedir que exigir, pero tampoco podemos esperar ayuda de los demás si no hacemos nada para conseguirla.
La asertividad es una habilidad personal que nos permite expresar de forma adecuada nuestras emociones frente a otra persona, sin hostilidad, agresividad, ni pasividad. Nos permite pedir ayuda, hablar de nosotros mismos, aceptar cumplidos, discrepar abiertamente, pedir aclaraciones, etc.
Pidamos ayuda con asertividad: abiertamente, de manera clara, con franqueza y sinceridad, sin miedo y con confianza.