Ayer por la noche se inició la vuelta de las series en mi casa. Ya, ya sé que el lunes TVE estrenó Carlos, rey emperador, pero yo dejé Isabel allá por el quinto episodio de la primera temporada y, a pesar del súper reparto que tienen, pues no me llama la atención. Sin embargo, Olmos y Robles sí, que para eso es de polis, se graba en La Rioja (de donde yo soy) y... vale, los ojazos del Cortada son un gran motivo para ver algo, no os voy a engañar.
Total, que yo iba con un poco de miedo porque, a priori, Olmos y Robles era una mezcla muy loca de géneros (La extraña pareja + Doctor Mateo + serie policiaca) y eso te puede salir muy bien o ser un completo desastre. Pues bien, por suerte, fue lo primero y acabé con un buen sabor de boca.
Pero antes de ponerme a hablar de Olmos y Robles, me gustaría comentar algo sobre algunas críticas que leí. Al menos, en mi timeline de tuiter la mayoría de la gente criticaba Olmos y Robles en base a la ¿cancelación? de Los misterios de Laura. Lo pongo entre interrogantes porque en ningún momento se ha hecho oficial. La cuestión es que parece que Olmos y Robles han asesinado a Laura Lebrel, según algunos, lo que me parece bastante injusto.
Yo soy la primera que está deseando que hagan de una vez la cuarta temporada de Los misterios de Laura, que me parece una de las mejores series españolas, pero la ausencia de la misma se debe a la más que cuestionable dirección de TVE. ¿O es que existe una ley que dictamina que ambas series no pueden coexistir? De hecho, admitámoslo, sería un gran puntazo tener a Laura investigando con Olmos.
Así que, bueno, por mucho que quiera la vuelta de Laura no me parece justo criticar a la nueva serie, sobre todo cuando lo único que tienen en común es esa idea inicial de mezclar una serie de policías con algo más (en el caso de Laura con su familia, en el caso de Olmos y Robles con el típico pueblo encantador de zumbados). Y cuando TVE lleva maltratando Los misterios de Laura desde esa primera temporada que recortó; recordemos la de años que pasó hasta la segunda y luego hasta la tercera.
Y, ahora sí, paso a hablar única y exclusivamente de Olmos y Robles.
Agustín Robles (Rubén Cortada) es el niño bonito de la academia, un teniente del GAR (el grupo de acción rápida de la Guardia Civil) que acaba en Ezcaray siguiendo a un asesino en serie, que está matando a rusos y deja los cuerpos de una forma particular. En Ezcaray vive Sebastián Olmos (Pepe Viyuela), un cabo de la Guardia Civil que vive tranquilamente en su pueblo natal y al que le van a cerrar el cuartel y trasladar.
Olmos descubre el cuerpo del último asesinado y acaba envuelto en la investigación de la Interpol, donde, contra todo lo que podía parecer por la naturaleza torpe de Olmos, sí que les ayuda. Así comienza la colaboración entre estos dos hombres, que no pueden ser más dispares, además de la llegada del serio Robles a Ezcaray, donde sus habitantes son un poco... peculiares.
Se supone que la serie va a combinar casos semanales con esa trama horizontal que es la de La venganza de los siete infantes de Lara, que aparentemente se resuelve ayer, aunque quedan cabos sueltos y una misteriosa escena final que augura que el caso continuará. Y estoy deseando ver cómo se desenvuelven con los casos auto-conclusivos porque lo que vi ayer me dejó muy buen sabor de boca.
Olmos y Robles no tiene pretensiones, lo que es de agradecer. Se dedica a ser un producto de entretenimiento (que para mí no tiene nada de malo, ya que la ficción está principalmente para eso) y cumple con creces. El episodio piloto se me pasó en un verbo y eso que los pilotos son complicados: hay que presentar personajes, tono, etc. En este caso, además, debía ligar dos géneros tan dispares como el thriller y el costumbrismo de un pueblo peculiar. Y para mí cumplieron de sobra. En mi opinión, la parte del pueblo fluye con más naturalidad que la policíaca, ya que esa parte del reparto está mucho más conseguida.
Eso sí, me parece todo un acierto que, a pesar de ser una comedia, se tomen en serio la parte policial y que incluso nos intenten ofrecer escenas diferentes, más serias o de película de acción, como la de presentación de Robles.
Otro punto que me pareció interesante fue que, además de usar los escenarios de La Rioja, también se basaran en la leyenda de Los siete infantes de Lara. ¿Qué tiene pinta que ese caso va a ser algo más bien anecdótico y una mera excusa para darle más continuidad a la serie? Pues también, pero tampoco molesta y, si algo han enseñado las series americanas, es que esa clase de tramas pueden mejorar al avanzar la serie.
Que, por cierto, qué bonita sale La Rioja por la tele, ¿eh? Fue todo un puntazo reconocer escenarios (como curiosidad, el cuartel de Ezcaray es en realidad un bar muy, muy chulo) y ver escenas que, personalmente, me resultaron surrealistas como la tanqueta en portales en Logroño. Desde aquí les pido que algún día se pasen por Calahorra, ya que estamos, que no es tan bonita como Ezcaray ni de coña, pero, oye, tiene sus cosas.
¡El puente de piedra de Logroño! Y Luis Miguel Seguí, of course.
Y, como ya he dicho antes, es esa parte más amable y ligera la que mejor funciona. Hubo escenas descacharrantes como ese interrogatorio de Robles y Alcides a los del pueblo (con confusiones varias) o esa otra en la que ambos alucinan a ver a todo el pueblo, guantes de látex en mano, peinando Ezcaray. En serio, yo me moría con esa última, sobre todo con la cara de “¡que alguien me saque de este pueblo de locos!” de Robles.
Los vecinos han quedado ya muy bien dibujados, pero en este primer episodio han sido más bien presentados, ya que lo importante era establecer tanto la relación como los caracteres de los protagonistas. Y es ahí donde queda claro que Pepe Viyuela y su Olmos son los reyes de la función. Viyuela se apropia de la serie desde el primer momento, está tan natural que parece que lleva años siendo Olmos y, además, le han dado un personaje muy agradecido porque Olmos es un amor. Amable, entregado, apasionado y es listo. Jo, cuánto me alegré al ver que, por mucho que fuera torpe, es inteligente y habilidoso a la hora de investigar.
Por otro lado, Rubén Cortada fue el rival más débil interpretativamente. El muchacho tiene presencia (como para no, con esa altura y esos ojos), pero lo noté muy acartonado. Yo no he visto El príncipe, así que no puedo comparar, pero me pareció un tanto forzado. Quizás es por el esfuerzo de intentar controlar su acento, que le hacía hablar de forma un poco rara, pero creo que el resto del reparto le comió terreno. Habrá que ver en los episodios que quedan y, sobre todo, si se suelta al relacionarse con el resto del pueblo.
La verdad es que tengo muchas ganas de ver a Robles integrándose en Ezcaray y también las tengo de ver a Andrea Duro, una actriz que siempre cumple, que me encanta y cuyo personaje (la hija del genial e irónico Atiza) aparecerá en el próximo episodio.
Vamos, que el episodio piloto de Olmos y Robles fue bastante efectivo, ya que presentó a los personajes sin que fuera aburrido o lioso, asentó el tono que mezcla comedia y misterio y, por encima de todas las cosas, fue muy, muy entretenido. Personalmente disfruté mucho del primer episodio, creo que tiene margen para mejorar y que se pulan ciertos detalles (la mezcla de géneros en general funciona, pero sí que creo aún tienen que pillarle un poco el punto; la trama policíaca es un poco floja, al menos de momento; Rubén Cortada tiene que soltarse), así que a mí me tendrán los martes frente al televisor, esperando una nueva entrega.