Editorial: Eride Ediciones, Letra eNe / Octubre 2011
A nadie se le escapa que Lucía de Vicente escribe bien; bueno no, vamos a ser sinceros, lo cierto es que escribe MUY bien.
Pero para escribir un buen libro romántico hace falta algo más. Mucho más que conocer todas las reglas y, como dice ella misma, juntar palabras con cierto acierto. Hace falta algo que poca gente tiene.
Yo le llamo "capacidad para transmitir sensaciones". Aunque en realidad en ese término estoy incluyendo muchas cosas: desde tener una buena historia que te atrape, te seduzca y te haga sentir, a lograr que te metas en la piel de los protagonistas para reír, llorar y amar con ellos. Se necesita una historia narrada con orden e inteligencia, encontrando el punto justo de equilibrio con el que contar los detalles suficientes como para que no podamos soltar el libro, pero sin abrumar al lector con datos innecesarios.
Lucía de Vicente consigue todo eso con su primera novela, y mucho más.
En ella nos narra la historia de Mary y David. Nuestros protagonistas no se soportan desde pequeños; se conocen desde siempre porque sus padres eran amigos íntimos y la propia Mary es pupila del padre de David. Por eso, cuando la vida de la joven corre peligro éste la envía a Kenya con la excusa de realizar un reportaje fotográfico para que su hijo la proteja. No hay ni que decir que David no tiene ni idea de lo que se le avecina, no sabe que el fotógrafo es una mujer ni que será a Mary a quien tendrá que pasear por el Massai Mara. Realmente lo último que se espera es que su némesis de la infancia aparezca con una carta de presentación de su padre y que tenga que poner en práctica toda su experiencia como agente secreto para protegerla.
Es por ello que la mayor parte de la acción del libro transcurre en África, concretamente en Kenya. Lo mismo que me ocurrió en su día con "Besar a un ángel" de SEP, la localización no me atraía en absoluto y, a pesar de ello, la magia de las páginas, de las descripciones y de los protagonistas logró mantenerme atrapada sin poder soltarlo.
David es un hombre acostumbrado a salirse con la suya, sin importarle los medios que tenga que usar para ello. Agente secreto, ligón profesional, guía avezado, prepotente, machista... o ¿eso es sólo una fachada? A lo largo del libro descubrimos que no todo es lo que parece, tanto en lo que respecta a David como en lo que a Mary se refiere.
Me ha encantado la manera de estructurar el libro, la forma en la que el diario del fallecido padre de Mary nos va guiando por la trama paso a paso. Y qué decir de los dichos populares africanos que introducen cada capítulo...
Con respecto a los protagonistas, sus sentimientos lograron ponerme la piel de gallina en varias ocasiones, y eso es algo que ahora mismo consiguen muy poquitos libros (...ains, ese lord Ian Mackenzie...).
Los diálogos están llenos de fuerza, y se hacen cercanos. Los personajes de Lucía hablan como cualquiera de nosotros, y es así como los veo: próximos, entrañables, con carácter.
Es un libro muy bien documentado y se nota. Pero la autora ha tenido la inteligencia de suministrarnos la información de forma sutil, es decir, que no nos satura con descripciones superfluas, sino que nos va mostrando, abriendo ante nuestros ojos, todo aquello que los protagonistas ven y sienten, no sólo el uno por el otro, sino ante esa tierra africana y su impresionante paisaje, ese mágico lugar que después de leer este libro me han entrado ganas de conocer.
Espero que sea el primero de muchos libros, y que la autora se decida en algún momento a deleitarnos con la historia del socio de David.