Hay mucha controversia en este tema (¿en qué tema que involucre a la crianza respetuosa no lo hay?). ¿Qué es “la sillita de pensar”? ¿Porqué estamos en contra? ¿Es una solución pedagógica o una enseñanza de que la reflexión es un castigo?
Seguro que todos han oído hablar alguna vez del rincón o de la silla de pensar. Me gustaría dedicar unas líneas a explicar el origen de este concepto y el porqué es frecuente que las encontremos en nuestras aulas, e incluso en la de maestros y maestras que no trabajan con rincones en el aula.
Cuando un niño o una niña no es capaz de mantenerse en silencio, o de atendernos cuando hablamos, cuando pega a un compañero o se comporta insistentemente mal, casi automáticamente le enviamos al rincón de pensar. Y, digo automáticamente, porque lo primero que tratamos de lograr al hacerlo es que esté tranquilo un tiempo. Allí, le decimos que piense en lo que ha hecho y recapacite. Al rato, le preguntamos si ha llegado a alguna conclusión y, los más despabilados, saben la respuesta que debe darnos para dejarnos satisfechos: “Ya no lo voy a hacer más”.
Pero el fundamento de este rincón es ajeno a esta idea. El rincón de pensar se concibió originariamente como un lugar donde recapacitar, no sobre lo mal que uno se había comportado, sino sobre cualquier actividad que se estuviera desarrollando en clase. En este sentido, el rincón de pensar, más allá que como mero castigo momentáneo, surgió exactamente para eso: para pensar. Así, cuando realizamos en clase una actividad que a un alumno/a le puede resultar más difícil, podemos pedirle que acuda a esta zona de la clase para hallar una solución. Pensemos, por ejemplo, en un juego que desarrollemos en el rincón de los experimentos con objetos que flotan y objetos que se hunden en el agua. Con el fin de que reflexionen acerca del porqué de este proceso, pueden dirigirse al rincón o sentarse en la silla de pensar, y recapacitar sobre ello.
Con esta base, cuando tienen un comportamiento inadecuado, el pensar en este rincón tiene una razón de ser, no resulta absurdo, no es un castigo, pues saben hacerlo, están acostumbrados a ello. Ya no es un lugar donde van solo y exclusivamente cuando se comportan mal, sino que se transforma en un lugar de verdadera reflexión, lo que les permitirá tener un mayor y mejor conocimiento de sí mismo, contribuyendo así a que adquieran una imagen positiva de sí mismos, y a que construyan su propia identidad a través del conocimiento y la valoración de sus características personales.
Hoy, sin embargo, este importante rincón ha quedado reducido, en la mayoría de las ocasiones, a un lugar similar a la silla del aburrimiento, donde los alumnos y alumnas, lejos de recapacitar, de pensar en sus actitudes, de valorar lo que han hecho, simplemente, descansan de sus pequeñas travesuras, y piensan, eso sí, en no volver a hacerlo para que no les volvamos a castigar. Ojalá volvamos a recuperar el verdadero sentido de este espacio, tan importante para la educación de nuestros alumnos y alumnas.
Ojalá se vuelva a recuperar el verdadero sentido de este espacio, tan importante para la educación de nuestros alumnos y alumnas sin quitarle el verdadero sentido, inculcando una ética que haga confortable el ambiente del aula, en particular, y del Centro, en general. Y, por supuesto, sin llegar a opinar que “hoy en día el pensar se convierte en un castigo”, sino en la oportunidad que se les brinda a los niños y niñas a poder, por sí solos, valorar diferentes situaciones y acciones, evitando una “verdadera sanción”.
Si te gustó esta nota, quizás te interesen estas otras:
- Porqué recomiendo leer La Crianza Feliz (de Rosa Jové)
- El sueño y la Crianza Feliz y las percepciones de los niños (Rosa Jové)
- Cómo matar a la crianza con apego: Vínculo madre e hijo, ¿hasta dónde?
- Los Padres Helicópteros
- Abrazos: necesidad y amor
- No dejes llorar a tu bebé: Estivill vrs. Crianza con Apego
- ¿Por qué llora mi bebé cuando no me ve?
- Cómo explicarle a un niño cosas de mayores