Revista Medio Ambiente

Cuando ruge la marabunta

Por Davidalvarez
Cuando ruge la marabunta
La foto anterior la hice a principios del mes de junio pasado, cuando en Asturies se siegan los prados (se va a la hierba) aprovechando la escasez de lluvias. En uno de esos prados se ha establecido este año un hormiguero de hormigas rojas (Formica rufa), una especie que prefiere los suelos despejados de los bosques de coníferas, aunque en ocasiones y si estos escasean puedan construir sus nidos en medio de un prado.
Las hormigas rojas se alimentan de insectos, sobre todo orugas, aunque pueden alimentarse de animales de mayor tamaño siempre que sean capaces de dominarlos. Tal como se ve en la foto, en este caso habían conseguido atrapar a una langosta verde (Tetigonia viridisima) subadulta, que probablemente habría huído de las hierbas altas durante la siega con la mala suerte de caer encima de un hormiguero.
Cuando me agaché a fotografiar la escena, la Tetigonia ya estaba muerta y el olor a ácido fórmico era muy intenso incluso a un metro de distancia del hormiguero. Las hormigas segregan este ácido y son capaces de lanzarlo a distancia, tanto para aturdir a sus presas como a sus posibles depredadores. No suele ser lo habitual que el alimento les caiga directamente del cielo, y por eso las hormigas salen de caza, utilizando los caminos ya marcados en el suelo después de mucho tiempo de uso. Si las presas son pequeñas una sóla hormiga suele ser capaz de matarla y de transportarla al hormiguero, pero si se trata de presas grandes atacan en grupo y una vez muerta la presa es despedazada y transportada hasta el nido.
Cuando ruge la marabunta
Debido a la gran cantidad de orugas y otros insectos que consumen y que pueden resultar nocivos para la agricultura o la silvicultura, las hormigas rojas, que se encuentran en una situación muy delicada en gran parte de su área de distribución, se encuentran extrictamente protegidas en varios países de la Unión Europea, y se pueden imponer sanciones a las personas que destruyan deliberadamente sus hormigueros. En España, por supuesto, una legislación de este tipo y sobre todo una actitud de la mayoría de la población favorable a la protección de un grupo de insectos es ciencia ficción, al menos actualmente.

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