Los suplementos de vitaminas, también conocidos como suplementos alimenticios, se encuentran en auge en un mercado como el actual donde buena parte de las personas sufren un déficit en su dieta habitual.
Pero, ¿realmente es necesario consumir estos complementos?
Al no requerir prescripción médica, este tipo de suplementos suele gozar de buena reputación y muchas personas lo toman pensando que van a mejorar su salud. Sin embargo, una sobredosis de vitaminas puede llevar a desequilibrios en el organismo y a actuar de la forma contraria a la deseada.
Recordemos que, como bien indica su nombre, estos componentes deberían ser usados única y exclusivamente como “suplementos”, y nada más. Que nadie pretenda sustituir sus necesidades de vitamina A, E o C, por citar unos ejemplos, a base de complementos vitamínicos.
Lo ideal sería que los suplementos alimenticios no fuesen tomados nunca, dado que una dieta perfecta elimina la necesidad de ingerir nutrientes y vitaminas adicionales. No obstante, somos conscientes de la situación actual y efectivamente, en determinados casos se aconseja el uso de estas vitaminas, pero siempre a modo de complemento en nuestro menú, y siempre sin abusar de ello.
Una serie de estudios científicos realizados en Copenhague ya confirmó en su día que, lejos de mejorar la salud, determinadas pastillas vitamínicas podrían acortar la vida de aquellos que las toman de forma habitual y/o descontrolada. Por poner un ejemplo, el exceso de vitamina A suele resultar perjudicial y afectar al tejido óseo o dañar el hígado.
En conclusión, sólo tomaremos complementos en caso de que notemos síntomas claros de falta de vitaminas (piel pálida, dificultad de concentración, falta de apetito, etc.), y en todo caso, consultaremos previamente a nuestro médico las cantidades y el período recomendados.
Una dieta aconsejada para evitar la adición de estos suplementos es la mediterránea, que proporciona todos los nutrientes y alimentos necesarios para el cuerpo.