Todas las mañanas, todas, me duele el pecho cuando dejo a mi hijo en la guardería.
Se me hace muy difícil irme y dejarlo ahí. El sentimiento fatídico que algo le pasará y no lo volveré a ver me deja sin aliento.
Esa inseguridad que solo conoce una madre y que tengo que aprender a lidiar con ella, lo se.
La pregunta es ¿hasta cuándo viviré con esto? Debe haber una manera de no sentirme así.
Me hablan del ciclo de la vida y que en algún momento tendremos que separarnos de ellos. Eso está perfecto. Pero mientras llega ese momento ¿qué hago?
Sería perfecto si tuviera la oportunidad de estar con él en estos primeros años de su vida y poder ver su proceso de crecimiento en primera plana.
Perooooo, me tocó ser de esas madres trabajadoras que comparten la repartición del pan en el hogar.
Por ahora confío que nada le pasará y que siempre lo veré tal y como lo dejé, sonriendo.
Y tú, ¿superaste ese sentimiento? Si tienes la receta ¡COMPÁRTELA!
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