Tomar decisiones valientes no es fácil. Da miedo. Es aterrador cambiar.
Voy a transformar todo de nuevo.
Ayer tuve una de las mejores experiencias de mi vida sin más. Sin saberlo. Atravesando el miedo en toda su descripción.
Justo el día que no era el mejor día. Ese día y esa noche. Y disfruté. Tengo un gran compañero de aventuras. Y hemos decidido cambiar de nuevo muchas cosas y enfrentarme de nuevo a mis miedos.
Hoy de nuevo tengo a Gabriel enfermo en casa. Mi pequeña Matilde con ocho meses ya gatea y tiene fijación por las escaleras. La mediana de la casa la pobre está en papel de mediana-no-enferma-no-bebé. Asumiendo que ser mediana, a veces, es una condición aburrida. Eso sí, en ataques de responsabilidad ayuda con los baños del bebé y las papillas.
Mi marido está que no para. Estamos hasta arriba y eso está muy bien. Llevamos un horario raro de actividad intensa profesional y familiar.
Y ayer celebramos que comenzamos una nueva etapa de decisiones valientes. Abrimos una botella de cava aprovechando que los mayores estaban con sus respectivos otros padres. Celebrar siempre está bien. ¡Y lo celebramos! Celebramos que tomamos decisiones importantes y valientes para la vida.
El primer pilar de la confianza es no fallarse nunca.
Cualquier cambio profundo de vida, requiere de un cambio importante de mentalidad. Yo sé que no me fallo. Que puedo tener una férrea disciplina. Que puedo enfrentarme al cambio. Que soy coherente, consecuente y constante con mis objetivos.
Lo primero que hago cuando quiero algo es pensar en lo que me motiva
Me mantienen con energía los grandes retos profesionales y familiares. Y tengo flexibilidad para cambiar de dirección en las "acciones no clave". Te explico. Para cambiar las cosas hay cosas que son clave cambiar y otras que no son tan importantes. Y la autoridad que decide lo que cambia eres tú.
Hay otras cosas que quizás "queda bien" si las cambiamos pero no nos aportan nada significativo en la vida.
Y cada día de nuestra vida tenemos que hacer que sea suficientemente significativo. Haber contribuido en algo a que nuestro objetivo esté más cerca.
Y a veces eso se hace cuidándose
Hay que autocuidarse, porque es parte de la autoestima, la autodefensa y el respeto por una misma. Hay que aprender a cuidarse, a custodiarse a sí misma. Aprender a conservarse con plenas capacidades físicas y mentales para afrontar los retods de la vida. Hay que cultivarse como un jardín para dar flores hermosas y frutas. Hay que curarse de las heridas, velar por estar bien, preservarse, protegerse de las agresiones externas.
Protégete de otros y de ti. Del autosaboteo, la desatención y el abandono.
Quien se abandona a sí misma está abandonando a su vez, todo lo que quiere.
No hay que tener tanto miedo, ni temor, ni desconfianza en una misma. Seguramente cada obstáculo, pasito a paso lo podemos sobrepasar.
La intranquilidad, la inquietud y la preocupación tiene que ser apartada del día a día. No puede tener tanto peso en las personas como para que no se muevan.
Quita unas cargas. No ocupes tanto espacio, ni tengas tantas cosas, ni necesites llegar a todo.
Cuídate, esmérate contigo. Mira por ti.
Toma decisiones valientes.
Ten celos de ti misma y de nadie más. Custódiate con celo.
Sé meticulosa y sé diligente.
Yo quiero cambiar muchas cosas.
Porque merezco la pena.