Revista Ilustración

Cuando sin Rostro, no hay Lágrimas.

Por Robertelyankee
El egoísmo arraigado,
exacerba nuestra impaciencia ante el hecho más insignificante,
tornándolo en el mayor de los desastres personales.
Sin embargo, a nuestro alrededor, quizás a unos pocos metros de distancia, otras veces en la lejanía,
el dolor más absoluto tiene lugar.
En ese caso se aplica la máxima de "cuando sin rostro, no hay lágrimas".


Cuando sin Rostro, no hay Lágrimas.


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