"La primera lección que aprendí como escritora fue 'no permitas que nadie te eche de tu propia historia'".
Si soy sincera no tenía del todo claro lo que me iba a encontrar en las páginas de este libro ya que no había oído hablar de él cuando llegó a mis manos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cuando te golpeo.
La protagonista de esta historia es la narradora, una mujer sin nombre en un libro en el que no importan demasiado los nombres ya que los personajes son designados por los roles que representan. Aquí lo que importa es el relato de esta mujer, escritora, recién casada, que ve como su vida se transforma en una pesadilla de aislamiento y violencia conyugal.
Hay historias duras pero necesarias y, casi todas en realidad lo son. No estoy hablando de esas novelas de ficción que inventan personajes, sino de aquellas que dan voz a quienes no pudieron o se atrevieron a alzarla. En este caso, la propia autora ya había hablado de su matrimonio, pero el relato que nos deja en este libro con la única voz de una narradora sin nombre, es realmente desolador. Quizás precisamente porque no necesita darnos nombres, porque no individualiza y donde hay una podría ser cualquiera. En esta ocasión una mujer con un nivel cultural alto, nada de barrios pobres o arrabales, nada de excusas. Una mujer que se casa con un hombre que es profesor universitario, que proclama ideas modernas escribiendo sobre ellas y que luego en la intimidad es un verdadero monstruo. El aislamiento, primero a través de una movilidad geográfica, las gentes y el idioma limitado a lo básico se va haciendo cada vez mayor. Controla su vida, sus cuentas de correo, su teléfono, desaparece su perfil en redes sociales. Veremos como ella escribe y borra cartas a personas inventadas y, en el otro extremo, él sobre lo que le hace a ella.
La violencia psicológica parece no tener medida, y sus cicatrices no pueden verse, pero al lector le duelen. Pero no se queda ahí. La barrera con lo físico se ve atravesada por el cable con el que la golpea. Violaciones por parte de su propio esposo y una sociedad que parece esperar, latente, mirando.
Todo esto que os he contado es terrible, lo sé. Pero Kandasamy lo envuelve en una prosa espectacular, con referencias literarias, con una sensación creciente de que, tal vez escribir sea una tabla de salvamento, un hilo de cordura. La narradora escribe incluso dentro de su propia historia. Escribir para seguir cuerda, escribir como purga, escribir para salvarse, sobrevivir, salir... La escritura es también una pequeña forma de rebeldía, no solo cuando escribe a quien no existió sino también cuando cruza barreras y sale de la India para citar Jelinex o Sexton. Y es que estamos ante una historia que es como un puñetazo en el estómago, pero también cargada de pequeñas señales, como las que se permitiría un recluso. Y todo ellos sin sentimentalismos, sin excusas, sin buscar la lágrima del lector. Más bien se espolea su sensación de impotencia por no poder hacer nada, quizás por eso nos da un pequeño retrato de la sociedad en la que se desarrolla esta historia a la vez que encontramos referencias occidentales. Tal vez por eso lleva la cubierta colorida, propia de un vestido indio, y una voz llena de impotencia que reconocemos como universal. No lo se, lo que si puedo deciros es que el lector no sale ileso de este libro. Sería imposible hacerlo. Y tampoco quiere.
Cuando te golpeo es un libro brutal que se va clavando en la piel del lector hasta que brota la sangre. Hay libros que te hacen sentir, y este es uno de ellos.
Y vosotros, ¿evitáis los libros difíciles?
Gracias.
