Hay muchas veces en la vida en que sentimos que nos esforzamos, que nos esforzamos mucho, sin embargo, el propósito de nuestro esfuerzo no se consigue, hasta parece que el esfuerzo no ha valido la pena, porque pareciera que por mucho esfuerzo que se hizo el propósito en lugar de estar más cerca parece aún más lejano.
Los propósitos y las metas dignas en la vida siempre para su consecución han requerido de gran esfuerzo, aún más el gran esfuerzo y el hacer bien las cosas no es garantía de éxito, no por hacer las cosas bien siempre ha de conseguirse el propósito. Esa es la dureza de la vida, que sin lugar a dudas más que exigente la vida es dura y hasta cruel.
Pero paradójicamente esa dureza y crueldad de la vida, en mucho también contienen su belleza, pues cuando el propósito se ha cumplido después de un gran esfuerzo la satisfacción, la merecida y hermosa satisfacción es algo que sin lugar a dudas es de lo más gratificante de la vida. Cuando el problema se hace más complicado al mismo tiempo las posibilidades de solucionarlo aumentan. Esto indica que son las dificultades las que en mucho nos empujan a crear soluciones.
A veces a nuestros ojos pareciera que algunas personas consiguieran fácilmente sus propósitos, pero aún así pocas cosas son fáciles en la vida y todo ha requerido un esfuerzo. La casualidad pareciera jugarnos en contra, pues observamos que algunas personas tienen más suerte que nosotros, porque a nuestro juicio consiguieron sus propósitos de forma mucho más fácil. Sin embargo reconociendo que todo en la vida tiene su dosis de suerte, pues a veces la buena suerte está con nosotros y a veces no nos acompaña, no hay como el esfuerzo y la constancia si es que queremos conseguir que algo cambie a nuestro favor.
Cuando se anda tras un propósito es hasta cierto punto natural el que por momentos la demora parezca no acabar, a veces parece como si se anduviera tras un imposible inalcanzable que pudiera llevarnos a la frustración. Y si efectivamente, son pocos los que realmente consiguen sus propósitos, “solo el barro más fino es el que tolera el doble cocimiento para terminar siendo decorado de la manera más hermosa”.
Nosotros tenemos la ventaja que en nuestra vida nada está escrito, pues nuestro éxito o nuestro fracaso está en mucho en nuestras manos, ya será nuestra fortaleza emocional la que determinará a donde nos coloque o en el grupo de las personas ordinarias que desisten y nunca consiguen nada, o en el grupo selecto de las personas que triunfan. Las personas que triunfan seguramente también han tenido demoras, frustraciones, propósitos que no se han podido cumplir, pero la diferencia es la manera de tomar esto, pues una dificultad debe ser tomada no como una pesada carga, sino como aquello que te impulsa a buscar su solución.
Con todo lo anterior caemos en cuenta que tal vez las personas que triunfan no es que tengan un poder extraordinario, ni una inteligencia superior, ni talentos extraordinarios por encima de la media humana, lo que si deben tener es esa fortaleza emocional que hace que en cada problema ellos no visualicen una pesada carga a llevar, sino un posible triunfo a alcanzar.
Por último, ojalá que desde ahora veamos más que problemas posibles soluciones, y sí la vida es dura, ¡Hermosa pero dura! Por supuesto que vale la pena, además tu estás en el control, es decir si la vida de cualquier forma es dura, a lo mejor el saber tomar las dificultades como oportunidades es más fácil de lo que tú crees, a lo mejor el ser exitoso solo requiere paciencia y para tener paciencia no requiere talento extraordinario, solo es nuestra decisión.