Quizás todo tengamos un espacio de la vida en la que le damos más validez a como lucimos. Hace parte de nuestra naturaleza, queremos vernos bien y estar en excelentes condiciones. La adolescencia da rienda suelta a esa noción de belleza, de juventud y de estética. Pero cuando nos suceden hechos coyunturales que lo cambian todo, empiezan a cambiar las prioridades. Tal vez de excusa tengamos el decir que hay que mirar la esencia y no las apariencias al mejor estilo de la canción "El Estuche" de Aterciopelados. También funciona el creer que lo exterior no es más importante que lo interno, pero lo cierto es que estar de buen ver no es un pecado, y no hay que llenarlo de toxicidad (claro hay extremos que pueden refutar lo anterior, pero solo cuando se llega a límites cada vez más insospechables). Lo cierto es que estando en plena época de esplendor, de alegría y jovialidad muchas cosas pueden trascender y propiciar que ese sentido de cuidado estético personal pase a un segundo plano. Cuando la salud se cimienta por encima de todo y los problemas sopesan, todo lo demás secunda.
Policleto. Arte Griego que representa el ideal de belleza en el hombre.
A la apariencia se le da importancia desde los tiempos de Grecia y Roma. Lucir atractivos podría significar un mejor estatus, más oportunidades e incluso asumir roles de gran trascendencia. La belleza como concepción filosófica ahondaba además en ese ideal de perfección, de medidas, de sincronía y armonía. Un cuerpo en atrayente estado era asumido como digno de obtener pleitesía y beneficios que los no atractivos no merecían. Los tiempos corren y en la actualidad algunos parámetros han fluctuado hacia nuevas percepciones de la belleza y la norma estética regente. Hoy se habla del interior y personalidad, de tallas grandes y empoderamiento, pero a la hora de la verdad el físico sigue teniendo un peso trascendental en muchas áreas de nuestra contemporaneidad. Ser de buen ver puede abrir puertas para la televisión, el cine y el modelaje. Puede ayudar a ascender en el trabajo y en el servicio al cliente. Aún en nuestros países latinoamericanos la blancura de la piel sigue teniendo un especial tratamiento en la pirámide social. En casos específicos como el de Perú se evidencia que en los comerciales televisivos las personas de tez blanca y fenotipo europeo cubren espacios que perpetúan estigmas que propician que la mayoría del pueblo peruano no se identifique con esa selección de personal que se presenta en los medios. Es minúscula o nula la presencia de indígenas o negros en campañas publicitarias y propagandas. Se asume al indígena y al negro como inferior, como no comercial y poco atrayente para lograr las ventas de cualquier producto. Se asume que la gente comprará más de "X" producto si ven a un rubio ojiazul que a un cholo, indio o persona con rasgos más mestizos y típicos del país andino. Pese a los cambios que se están dando, en la actualidad se glorifica a la delgadez, se fomenta sutilmente como el prototipo adecuado y más apreciado socialmente. Se enarbolan pensamientos clasistas, elitistas y que absorben al cuerpo humano como un producto, como algo que vende dando ganancias incalculables. Las grandes empresas de la industria de la belleza facturan miles de millones de dólares cada año sacando la última crema del mercado que te hará adelgazar, lucir más joven, sin arrugas y de acuerdo a como dicta la norma socialmente aceptada. Con el movimiento fit de hoy y el culto al cuerpo, llegan también las estructuras piramidales, los especialistas en múltiples cosas del siglo XXI y los dueños de clubs donde con batidos verdes y de más colores bajarás de peso y te enriquecerás de la noche a la mañana bailando y celebrando la vida. Con el gimnasio como modelo subversivo de la actualidad las masas acuden sin parar con la mirada puesta en el objetivo de rebajar, tonificar, marcar, disminuir, también aumentar y concretar el estándar de carne humana apetecible y deseada. Hacer ejercicio hace bien al cuerpo, lo dicen los científicos, estudiosos de tema, los doctores y tu mamá también. Sabemos sus beneficios y cualidades, además de que como todo en esta vida en exceso perjudica. La función de este escrito entonces no es caerle al ejercicio o a las prácticas actuales que buscan mejorar la condición física, se centra más bien en dejar claro la mercadotecnia y mercantilismo del culto a la belleza, de la capitalización de la estética y la venta de la carne homo sapiens sapiens al mejor postor. Pero también cuenta la desidia de alguien como yo que al subir de peso de manera acelerada y luego de problemas de salud, ha llegado a un punto en el que acepta sus kilos de más, su cara con mejillas abundantes y con papada en vía de desarrollo. Probablemente mi ejemplo no sea el más adecuado, pero dar la bienvenida a realidades infalibles e inevitables es también parte de la vida. Es muy fácil subir de peso y colosalmente difícil adelgazar. Que tu cuerpo se llene de estrías y tú barriga luzca de parto puede bajar tu autoestima por un cuerpo que ves que cambia de forma rotunda, pero también te cimienta en un momento en el que dejas de darle primordialidad a otras cosas.Cuando llegas a un peso abundante, se dice que la solución es cirugía, aunque te ganes la lotería de la suerte y adelgaces, sabrás que toda esa grasa bordeará tu tronco y extremidades de una forma especial. Sabrás que no entras en el club de los definidos y en su peso pero sabrás que pese a todo estás vivo. Aprendes también que al salir del mundo del flirteo y concupiscencia de los ojos no te ilusionarás pensando en que le gustaras a alguien y por ende te ahorras el rubro romántico de tu vida. Cuando tú físico deja de importarte ya no te interesa que ropa te luce bien o mal, tampoco si estás a la moda y te ahorras molestias que los demás deben soportar. En una sociedad a la que no le gustan los gordos pues son perezosos e indeseables sabrás entonces que has terminado ganando un poco más que solo peso.