Siempre pensé que tendría más de un bebé. Una de esas cábalas que haces durante la juventud: "Yo quiero por lo menos tener dos hijos". Y llegas a la edad adulta y te das cuenta que las cosas no son tan fáciles como pensabas, que existen muchas más variables en esto de tener o no bebés y que a veces, los planes y los deseos cambian.
Cuando mi hija comenzó a decir que quería una hermanita, era algo que en la vorágine de la maternidad ni siquiera había pensado en serio. Estaba demasiado ocupada, demasiado cansada, con demasiadas cosas por hacer y muchas otras a las que renunciaba diariamente, y lo último que se me pasaba por la cabeza era tener otro bebé.
Con tres años, Lucy comenzó a decir que quería tener una hermana, una niña, pero además tenía que ser una hermana mayor. Logramos que entendiera que era imposible que tuviese una hermana mayor, y que el sexo del bebé no dependía de mí. Ya sabéis, una de esas cosas que te esfuerzas en explicar, no vaya a ser que cumplamos su deseo y no sea lo que ella quiere, que un bebé no se puede devolver.
Siguió insistiendo y llegó un momento, que en medio de la desesperación, ya le daba igual si era hermano o hermana, ella "quiere tener un bebé" (así lo dice ella). Incluso tiene una "hermana invisible", que se llama "Esperanza" y cuya vida y obra se inventa y nos retransmite a diario. Ella sabe que "Esperanza" no existe, pero juega con ella.
Nunca pensé que mi hija me iba a pedir hermanos y hermanas con esa vehemencia. Es un tema de conversación muy recurrente, y ha llegado a decir que ella quiere tener una familia "más larga" porque papá, mamá y ella "estamos solos". Uf, mi hija piensa que somos una familia incompleta, pero además parece que se siente sola.
Ahí fue cuando empecé a pensar en muchas cosas. Muchas. Como que yo si tengo hermanas, una mayor y una pequeña, y para mi son tesoros. Forman parte de mi vida y me acompañan en momentos felices y no tan felices, y en muchas ocasiones han sido cruciales. Comencé a pensar, que el día que su padre y su madre no estemos, mi hija se quedará "sola".
Si, ya se que puede tener pareja o incluso familia para entonces, o tener un montón de amistades, y que tiene primos, pero no es lo mismo. ¿Lo habéis pensado alguna vez? Es un pensamiento que me atormenta últimamente. Y a veces siento que se me echa el tiempo encima.
Entonces me puse a sopesar y eché la vista atrás hasta llegar al embarazo de Lucy: Un embarazo maravilloso y tranquilo, lleno de ilusión y de felicidad, dedicado a mí y a ella al completo, que aunque al final estuvo emborronado por la diabetes gestacional y la dieta que debía hacer, estaba tan feliz que me daba igual todo.
Evidentemente, si me quedara embarazada de nuevo, no sería un embarazo tan idílico. Tengo que cuidar de Lucy, y la rectificación en la espalda que me provoca lumbalgias diarias, me hace pensar que tendría dolores y muchas incomodidades. Vamos, que me imagino a mí misma arrastrándome de cansancio, encorvada y con una barriga que me destrozaría la espalda. Y todo esto cuidando y criando a Lucy, con todas las rabietas que eso conlleva, que no es moco de pavo. Aunque puede que no fuese tan negro como me lo espero.
No me imagino un nuevo embarazo como algo maravilloso, y me da mucha rabia porque el estado de preñez me encantaba, me sentía pletórica y estupenda. Pero actualmente, la visión de mi misma embarazada de nuevo me provoca ansiedad y me agobia. ¿Por qué? ¿Es normal sentir esto? ¿Soy la única a la que se le pasan ese tipo de cosas por la cabeza?
Luego pienso, cómo no, en una parte muy importante: el parto.
Inmediatamente después de dar a luz, a no ser que tengas un parto orgásmico, pocas mujeres tienen ganas de volver a tener otro bebé en un futuro inmediato. Yo salí del hospital así, centrada en mi bebé, muy hecha polvo después de tener un parto largo y difícil de 34 horas, con una inflamación de cuello del útero, una instrumentalización muy dolorosa que reviví una y otra vez durante meses, y con una hemorragia que asustó mucho a todo el mundo menos a mí, que oía un pitido en mis oídos y estaba en la gloria.
Pero lo peor, fue intentarlo tanto, durante tantas horas, y no conseguirlo. Tengo una sensación muy extraña y es posible que absurda y equivocada, de que no pude dar a luz a mi hija. ¿Puede que tuviera demasiadas expectativas? Es posible, pero creo que tiene más que ver con un expulsivo de 4 horas, en el que mis pujos no eran efectivos por la epidural, la cual sí me permitía sentir cómo sacaban a la fuerza a mi bebé. Me río yo del dolor de las contracciones.
Tengo miedo al parto. Temo ese momento por muchas cosas.
Por el recuerdo que tengo del anterior, porque de lo malo, creo que tuve suerte con el trato que me dieron y la episiotomía que me ahorraron. Porque perdí confianza en mí misma y en mi cuerpo.
Mis problemas con la espalda y mis daños en el suelo pélvico (aunque ya mucho mejor gracias a Marta Asensio de la Clínica Nortia), me han hecho pensar que mi cuerpo no está en óptimas condiciones para aguantar un embarazo y un parto. A lo mejor me equivoco.
Sé que cada parto es un mundo, es más que probable que no me pase absolutamente nada de lo que me pasó en el anterior, o que me pase cualquier otra cosa, pero ya no me enfrento a ese momento de la manera que lo hice a hace casi 5 años. Ya no pienso en tener un parto maravilloso, porque pienso que no podré hacerlo, y me duele pensarlo. Ni siquiera puedo relativizar pensando que es algo que hay que pasar, que dura lo que dure, y que luego tendré un bebé en mis brazos de nuevo. Me genera malestar y tensión.
Y me da vergüenza pensar que muchas mujeres han tenido partos mucho peores que el mío, y han tenido la valentía de volver a quedarse embarazadas y enfrentarse a ello. Parece que no soy tan valiente como creía. Debería enfrentarme a esos miedos, pero no se cómo hacerlo.
Al mismo tiempo sé que tener miedo es completamente contraproducente para generar oxitocina durante un parto. El pez que se muerde la cola.
El tema de ser madre de nuevo, no acaba aquí. Y si eres mamá lo sabes.
Salí del hospital llena de miedos e inseguridades, supongo que como la gran mayoría de nosotras, con una lactancia materna que estuvo a punto de torcerse y un posparto difícil. Pasamos un mes y medio terrible de cólicos sin dormir, hasta que probé a hacer dieta exenta en proteína de leche de vaca, la cuál funcionó. Una dieta dura que me hizo adelgazar hasta seis kilogramos más de lo que pesaba cuando me quedé embarazada. Siempre digo que en esa época, yo era un palo con cabeza y un bebé rollizo y precioso en brazos.
Lucy fue una bebé muy demandante, ha sido así desde el momento en el que nació y sigue siendo muy demandante para todo. A veces parece que tengo tres niñas en casa. Era muy demandante con el pecho, con la atención, emocionalmente, cuando dormía, cuando salíamos de paseo, etc... Estar a su lado y criarla ha sido a veces (y a diario) una carrera de fondo.
Con el tiempo las cosas no se han tranquilizado, al contrario, cada vez se complican más. Educar, cuidar y criar no es fácil, es un trabajo 24/7 agotador física y emocionalmente. Y si con una no puedo, ¿cómo voy a poder con dos? ¿Qué extraña razón hace que la gente tenga un segundo bebé? ¿Y un tercero?
No, en serio. Si estás leyendo esto y has sido madre por segunda vez, dime por qué.
Supongo que tener un bebé se ve con mucha diferencia cuando ya eres madre, porque esa primera emoción no se vive igual, ya sabes lo que es, no te puedes imaginar situaciones idílicas que nunca suceden. Ya sabes que se duerme poco y mal, que al principio hay que levantarse a cambiar pañales, que los bebés lloran y a veces durante horas, que se llevan todo el tiempo y necesitan toda la atención... Otra vez volver a empezar con todo. ¿Se me permite decir que me da pereza volver a pasar por todo esto?
¿También puedo decir que me da miedo que mi relación con Lucy cambie? No quiero obligarla a crecer de repente, no quiero que todo me supere y pagarlo con ella. Me da miedo que todo salte por los aires.
Y recuerdo que todo el mundo dice que el segundo bebé se disfruta más, que es una experiencia maravillosa ser madre por segunda vez. Y no se si quiero perdérmelo, ni hacer que mi hija se pierda la experiencia de ser hermana mayor.
Y entonces, un día en un Starbucks, te encuentras con una señora muy amable que le está dando un biberón a su bebé "recién hecho" (quince días tenía). Que se pone a hablar con tu hija, tu marido y contigo. Que resulta que tiene una hija de 6 años que lleva 4 pidiéndole un hermano o hermana, y que "ha tenido otro bebé por ella, para que no esté sola" aunque "es otra vez volver a empezar con pañales y con todo".
Y piensas: "vaya, a lo mejor esos pensamientos que tengo, que a veces me parecen egoístas y extraños, son bastante válidos".
Puede que no se necesiten muchas razones para tener un segundo bebé. Puede que querer darle una hermanita a tu hija sea una razón más que suficiente, aunque no sé si lo es para mí, no se si necesito sentir algo más, un deseo parecido al de la primera vez. Pero puede que exactamente por ser el segundo embarazo, ya nadie sienta lo mismo ni tenga las mismas razones para quedarse embarazada. Puede que la experiencia sea un grado y todo eso que me da pereza, por segunda vez no sea para tanto.
A lo mejor lo veo todo de una manera muy negativa y el embarazo no sea más duro que el anterior (aunque seguro que me quejaré mucho más). Puede que Lucy sea consciente de la situación y deje de demandar tanto (ojalá). Puede que pueda prepararme para el parto de alguna manera y enfrentarme a mis miedos. Puede que un segundo bebé venga con la experiencia bajo el brazo de sus progenitores y sea más fácil todo. Puede que como Lucy no deja de repetir, nos completemos como familia.
Tengo muchas dudas, muchos miedos e inseguridades. Siento que si quiero tener más bebés, debería ponerme a ello, pero no sé qué razones debería tener para decidirme. Supongo que debería tenerlo muy claro, y que las dudas que me sobrevuelan son claros factores para no lanzarme, pero entonces pienso en mi hija y en su claro y ferviente deseo de ser hermana mayor.