Revista Opinión

Cuando tu mente domina tu cuerpo

Publicado el 13 mayo 2019 por Carlosgu82

Tus creencias y expectativas impactan tus resultados. El cuerpo no puede lograr lo que la mente no puede imaginar. El primer paso para cambiar tu cuerpo es, por tanto, cambiar tu mente.

No es nada esotérico o místico, es totalmente científico. Esto no va de tener pensamientos positivos o confiar en la ley de la atracción. Va de psicología y fisiología, dos caras de la misma moneda.

Ya hemos hablado de la importancia del placebo y la subjetividad del dolor. Hoy revisamos estudios sorprendentes sobre el poder de tu mente y lecciones prácticas para dominarla.

MENTE Y FISIOLOGÍA

Muchos menosprecian el placebo como un simple truco psicológico, pero tiene un profundo impacto biológico. El cerebro es la farmacia más sofisticada, y podemos regular su funcionamiento con el pensamiento.

En este estudio ofrecían el mismo batido (de 380 calorías) a dos grupos, con una sola diferencia: la etiqueta. En un caso la etiqueta marcaba 620 calorías, en el otro solo 140.

El grupo del superbatido se sentía más saciado, y su grelina (una de las hormonas que controla el apetito) se redujo tres veces más que en el grupo del supuesto batido ligero, a pesar de haber bebido exactamente lo mismo.

Las etiquetas no solo transmiten información, generan creencias, que a su vez modifican nuestra respuesta psicológica y fisiológica. Las hormonas no dependen solo de lo que comes, también de lo que crees que comes.

Recomendaciones:

Lleva una buena alimentación, pero no te obsesiones con la perfección. El estrés activa el sistema simpático, que interfiere por ejemplo con la digestión.

Si te saltas la dieta por un evento social que disfrutes, no te tortures. Una comida mala disfrutada con satisfacción te puede hacer mejor que una comida buena tolerada con resignación. El sentimiento de culpa empeora los resultados, al restar energía y voluntad (estudio).

MENTE Y ENVEJECIMIENTO

Un estudio de Harvard llevó a un grupo de hombres mayores (entre 70 y 80 años) a unas instalaciones que replicaban el ambiente de dos décadas anteriores: decoración, música, fotos y electrodomésticos, pero ni un solo espejo. También se les trataba como si tuvieran 20 años menos, haciéndoles por ejemplo responsables de cargar su propio equipaje.

En pocos días, se sentían más jóvenes y habían mejorado su fuerza, destreza manual, postura, visión y memoria. Su mente había regresado temporalmente al pasado, rejuveneciendo el cuerpo de paso.

No podemos detener el envejecimiento con la mente, pero las creencias sobre nosotros mismos condicionan cómo nos sentimos y cómo actuamos. Si te percibes como un viejo, actuarás como un viejo: peor postura, menos movimiento, menos interacción social… y esto a su vez acelerará la decadencia (estudio).

Recomendaciones:

A partir de cierta edad, busca grupos de gente más joven y participa en sus mismas actividades.

No hagas locuras, pero no uses la edad como excusa. La naturaleza impone suficientes limitaciones reales como para inventar otras adicionales.


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