Maternidad y los primeros signos de la perimenopausia
Hace unas semanas, me encontré llorando en el pasillo del supermercado porque no encontraba la marca de galletas que le gusta a mi hijo. No era por las galletas. Era porque llevaba tres noches de insomnio, me dolía la cabeza, y sentía que nada me salía bien.
Y entonces me di cuenta: no es solo que mis hijos están en plena adolescencia. Es que yo también estoy en una transición. Silenciosa, invisible… pero real: la perimenopausia.
Durante años, creímos que la menopausia era un “asunto de abuelas”. Pero la ciencia —y ahora también las políticas públicas en Europa— nos dicen otra cosa.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y respaldado por el European Menopause and Andropause Society (EMAS), la perimenopausia puede comenzar entre los 40 y los 45 años, y durar de 4 a 8 años antes de la menopausia final. Es decir: muchas mujeres atraviesan esta fase mientras aún crían hijos pequeños, adolescentes… o incluso mientras equilibran carrera, pareja y vida personal.
Europa ya lo reconoce: la perimenopausia es un asunto de salud pública
En 2022, el Parlamento Europeo aprobó una resolución histórica sobre la salud de las mujeres en la menopausia, instando a los Estados miembros a:
“Mejorar la formación médica sobre la perimenopausia y menopausia, garantizar el acceso a tratamientos adecuados y romper el estigma en torno a esta etapa natural de la vida femenina.”
(Resolución del Parlamento Europeo, 2022/2023(INI))
Además, un estudio del European Institute for Gender Equality (EIGE) reveló que el 68% de las mujeres europeas entre 40 y 55 años reportan síntomas que afectan su vida laboral, familiar y emocional, pero menos del 30% recibe orientación médica específica sobre perimenopausia.
En países como Reino Unido, Francia y Suecia, ya se están implementando protocolos en atención primaria para detectar y acompañar esta transición. Por ejemplo, en el Reino Unido, el NHS (Servicio Nacional de Salud) lanzó en 2023 una campaña nacional llamada “Menopause Workplace Pledge”, que anima a empresas a apoyar a empleadas en esta etapa con ajustes razonables (como flexibilidad horaria o acceso a espacios frescos).
¿Por qué? Porque los síntomas son reales, biológicos y validados.
Un cruce de caminos hormonal y emocional
Imagina esto:
Por un lado, tienes un hijo de 13 años con sus propios cambios hormonales, su búsqueda de identidad, sus crisis de llanto o sus puertas cerradas.
Por el otro, tu propio cuerpo está reconfigurando su química: los niveles de estrógeno suben y bajan de forma caótica, la progesterona disminuye, y tu sistema nervioso se vuelve más sensible.
El resultado no es “estar estresada”. Es un cóctel biológico real que impacta tu cerebro, tu sueño, tu humor y tu energía.
Un estudio publicado en la revista Maturitas (2020), respaldado por la Universidad de Copenhague y la red europea EMAS, encontró que más del 70% de las mujeres en perimenopausia experimentan alteraciones del sueño y síntomas de ansiedad, y que estos están directamente correlacionados con la fluctuación del estrógeno, no solo con factores psicológicos.
Peor aún: muchas mamás asumen que su agotamiento es culpa de no ser “suficientemente fuertes”, cuando en realidad, su cuerpo está atravesando uno de los mayores cambios hormonales desde la pubertad.
¿Te suenan estos síntomas? (No es tu imaginación)
- Cambios de humor extremos: Pasar de la calma al enojo en segundos, sin entender por qué.
- Insomnio rebelde: Aunque estés exhausta, tu mente no se apaga.
- Niebla mental: Olvidar nombres, fechas, incluso dónde dejaste el celular… otra vez.
- Agotamiento que no mejora: Ni con café, ni con siestas, ni con “solo un día libre”.
- Ciclos menstruales caóticos: Más largos, más cortos, más abundantes… o ausentes.
- Sofocos y sudores nocturnos: Que interrumpen tu ya precario sueño.
- Baja libido y sequedad vaginal: Que hacen que la intimidad se sienta incómoda o distante.
Lo más doloroso no es el síntoma. Es pensar que estás fallando como madre porque “deberías poder con todo”.
Pero escucha: tu cuerpo no te está traicionando. Te está avisando.
Está diciendo: “Necesito más cuidado. Más descanso. Más ternura.”
Cómo cuidarte en esta doble transición (con apoyo real)
- Habla con tu médico/a —específicamente sobre perimenopausia. En muchos países de la UE (como España, Alemania o Italia), ya hay protocolos de cribado hormonal en atención primaria. Lleva un diario de síntomas (ciclos, humor, sueño) para facilitar el diagnóstico.
- Prioriza el sueño como si fuera una emergencia —porque lo es. Tu cerebro necesita repararse.
- Reduce la cafeína, el alcohol y el azúcar, que agravan la ansiedad y los sofocos (el NHS del Reino Unido lo recomienda explícitamente).
- Conecta con otras mujeres en esta etapa. En Francia, por ejemplo, hay redes comunitarias como “Ménopause Active” que ofrecen talleres gratuitos en centros de salud.
- Permítete decir: “Hoy no puedo. Necesito un respiro.” No es egoísmo. Es supervivencia consciente.
Un mensaje final, de corazón a corazón
Ser mamá no significa aguantar hasta romperte.
Significa aprender a escuchar tu cuerpo… incluso cuando nadie más lo hace.
Y esta transición, aunque incómoda, es también una puerta.
Una oportunidad para soltar lo que ya no te sirve, para priorizarte sin culpa, y para entrar en una nueva etapa de tu feminidad: más sabia, más clara, más tuya.
Porque no estás desapareciendo.
Estás renaciendo.
Y ahora, gracias a voces como la del Parlamento Europeo y miles de mujeres que rompen el silencio… ya no tienes que hacerlo sola.
La entrada Cuando tus hijos crecen… y tú empiezas a cambiar: se publicó primero en Coaching para Mamás.
