Revista Opinión

Cuando un libro te inspira a leer otros libros (La biblioteca de los libros rechazados de David Foenkinos)

Publicado el 08 enero 2018 por Carlosgu82

Los libros son puntos de partida que nos propician nuevas lecturas. Leemos la historia de un detective que investiga un asesinato y no nos detenemos ahí. Leemos más historias de los casos de ese detective. Eso en el ámbito de la literatura de ficción. Si nos vamos a libros de divulgación científica, a biografías o a libros de Historia, por poner algunos ejemplos, acabamos leyendo sobre un tema concreto que hemos descubierto o que ha despertado nuestro interés. De ese modo conocemos nuevos libros y ampliamos nuestros conocimientos.

Pero cuando la historia de ficción narrada tiene esos momentos que podríamos definir como metaliteratura, encontramos aún más fuentes de inspiración. Eso es lo que pasa leyendo “La biblioteca de los libros rechazados” de David Foenkinos, en donde no solo disfrutas de una excelente historia sino que además descubres nuevas lecturas.

La Brautigan Library

La historia de La biblioteca de los libros rechazados es muy interesante. El título es muy explícito. Es una historia que parte de eso mismo, de una biblioteca que tiene una sección con libros rechazados, con libros que no han encontrado su sitio en una editorial. Libros que no han sido considerados con el nivel suficiente para ser publicados. La idea parte del libro de un escritor, Richard Brautigan (aquí comienzan los primeros momentos de metaliteratura). En su novela “El aborto”, un bibliotecario se encarga de recoger todos los libros que han sido rechazados por las editoriales. En la vida real, no en la ficticia, un admirador de Brautigan, un fotógrafo llamado Todd Lockwood, quiso rendirle homenaje creando en 1990 la Brautigan Library en Vermont (Estados Unidos), y que obviamente solo recogía y guardaba esos libros que no habían encontrado su sitio en el mercado editorial. El proyecto creado por Lockwood cerró en 2005, pero años después, en 2010, el fondo que había ido recopilando gracias a las donaciones recibidas, se trasladó a Vancouver (Canadá), gracias a un tal John F. Barber, quien además ha escrito sobre el propio Richard Brautigan y ha creado un archivo online con su obra.

Volviendo a la ficción del libro de Foenkinos, un bibliotecario de Crozon, en la Bretaña francesa, decide hacer aquello que hizo el admirador de Brautigan. Jean Pierre Gourvec, así se llama este bibliotecario, es el primer protagonista del libro. Crea un espacio en su biblioteca para acoger esos libros especiales, esperando que sus lectores descubran las historias que un día alguien escribió para compartirlas con los demás. Y es así como comienza todo.

Delphine Despero, una joven editora natural de Crozon, decide visitar a sus padres. Gracias a ellos descubre la existencia de la sección tan inusual que tiene la biblioteca del pueblo. Desafortunadamente Jean Pierre ya ha fallecido, aunque en su lugar está al mando de la biblioteca Magali Croze. Pero el proyecto de los libros rechazados ha quedado casi en el olvido. Casi en el olvido hasta la llegada de Delphine y de su novio, un escritor que la propia Delphine había “descubierto”. Encuentran en el fondo de los libros rechazados un libro que cambiará sus vidas, la del pueblo y la de cualquiera que ha tenido alguna relación con el propio libro.

El libro que descubren esconde un misterio. Puede haber sido escrito por un hombre de Crozon, del que no se esperaría una cosa así. El supuesto autor del libro, un tal Henri Pick, ha fallecido, y nadie sabe como llegó hasta allí su obra, titulada “Las últimas horas de una historia de amor”, y que además está inspirada en la agonía del poeta ruso Pushkin.

La agonía de Pushkin

Aleksander Pushkin es una de las figuras más importantes de la literatura rusa. No conocía nada de él hasta que leí el libro de Santiago Posteguillo, “La sangre en los libros” (he aquí otro ejemplo más de lo que comentaba al principio). En él nos cuenta como murió el escritor ruso. Pushkin murió en un duelo, o mejor dicho, a consecuencia de la herida que le provocó la bala que recibió de su oponente. El pobre hombre tardó varios días en morir, y de ahí la relación con ese libro ficticio llamado “Las últimas horas de una historia de amor”. Aquí podemos leer la reacción de Delphine tras leer el libro:

“Se llama Las últimas horas de una historia de amor. Es espléndido. Trata de una pasión que tiene que concluir. Por varias razones esa pareja no puede seguir queriéndose. El libro cuenta sus últimos momentos. Pero la fuerza inaudita de esa novela reside en que el autor refiere en paralelo la agonía de Pushkin”.

Los primeros en ver como cambian sus vidas son la viuda de Pick y su hija. Ninguna de ellas entiende como Henri pudo haber escrito aquel libro. Según ellas no era una persona muy dada a la lectura y además era muy reservado. Entonces el interés de la novela empieza a ser cada vez mayor. Aparecen más historias y más personajes relacionados con la biblioteca y el libro. Empezamos a comprobar como el simple libro cambia la vida de muchas personas. La genialidad en la narración se basa en que esas historias se van entrecruzando. Historias de amor que parecen hacer un guiño a la novela ficticia. A eso hay que añadir el misterio del cómo, cuándo y por qué a un tipo como Henri Pick fue capaz de escribir un libro como ese.

Y en medio de todo vamos encontrando las pequeñas pistas en forma de citas. Las que van dejando los personajes cuando, de manera casi casual, citan otros libros. De esa forma se cierra el círculo perfecto, con una historia muy atractiva, narrada de manera ingeniosa, y un buen número de referencias que nos harán querer seguir leyendo. En mi caso, el libro que más me ha llamado la atención es “HhhH” de Laurent Binet, una historia de la Segunda Guerra Mundial que espero que pronto caiga en mis manos.

¿Alguna vez has descubierto un libro leyendo otro libro? ¿Qué libro fue y a qué libro o libros te llevó?

Algunos libros que aparecen citados en La biblioteca de los libros rechazados:

El aborto de Richard Brautigan.

Un detective en Babilonia de Richard Brautigan.

El amante de Margarite Duras.

La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq.

Sumisión de Michel Houellebecq.

HHhH de Laurent Binet.

Oblómov de Ivan Goncharov.

El barón rampante de Italo Calvino.

El paseo de Robert Walser.

Eugenio Oneguin de Aleksandr Pushkin.

El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza de Werner Holzwarth.

Por donde vive Swann de Marcel Proust.

En busca del tiempo perdido de Marcel Proust.

A la sombra de las muchachas en flor de Marcel Proust.

La conjura de los necios de John Kennedy Toole.

Karoo de Steve Tesich.

El mar de las Sirtes de Julien Gracq.

http://www.thebrautiganlibrary.org/

http://www.brautigan.net/


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