Madre con hijo muerto, Käthe Kollwitz
En la actualidad, cuando recibes la noticia de un embarazo o un nacimiento lo primero que se te viene a la cabeza son pensamientos bonitos. A pesar de que en alguna ocasión se pueden dar situaciones o circunstancias problemáticas, pocas veces oimos desenlaces fatídicos.Algo que no sucedía en un pasado no demasiado remoto. Hasta hace poco más de un siglo, la mortalidad infantil se situaba entre las cifras más elevadas de los datos demográficos de la población europea. Ni tan sólo la llegada de los primeros avances médicos mejoró la situación pues al principio no iban ligados a mejoras en la asepsis y la esterilización. Muertes de neonatos y ya no digamos de mujeres parturientas por culpa de una infección en los primeros hospitales y centros de salud eran desgraciadamente frecuentes.
Cuando lees datos e información sobre todos estos temas del pasado, evidentemente te entristecen pero no eres realmente consciente de lo que eso podría suponer para una mujer. El hecho de que tuvieran muchos hijos no hacía de ellas, ni mucho menos, máquinas de gestar.
Una de esas voces del pasado que tanto me gusta encontrar en mis libros de historia me ha hecho reflexionar sobre el tema. En este caso se trata de Isabel Carlota del Palatinado, conocida cariñosamente como Liselotte o Madame, que fue cuñada del rey de Francia Luis XIV. Consiguió que tres de sus hijos sobrevivieran pero en el camino sufrió la pérdida de otros, tanto o más queridos.
Así se lo explicaba Liselotte a la institutriz de sus pequeños después de ver nacer a su tercer hijo, una niña que llevaba su mismo nombre:
Es todo tan duro. Si sobrevivieran sería diferente, pero sólo para verlos morir, como ya lo he visto yo este año, de verdad que no hay alegría en ello 1.
La triste experiencia de no ver sobrevivir a tu propio hijo no era ni mucho menos exclusivo de las clases bajas. Ninguna mujer estaba a salvo de semejante tragedia que, como muy bien describe Isabel Morant en su libro sobre las mujeres en España suponía un importante desgaste físico y afectivo 2.
Traer un hijo al mundo siempre entraña sus riesgos, pero las mujeres de nuestra generación podemos sentirnos verdaderamente afortunadas por no tener que vivir situaciones tan tristes como este conmovedor testimonio rescatado de una madre del pasado.
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1. Historia de las mujeres, una historia propia, Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Pág. 5092. Historia de las mujeres en España y América Latina, Isabel Morant. Pag. 471