Solución muy rápida y efectiva:
- Nos aseguramos que la ventana de la aplicación que nos está fallando esté a la vista.
- Invocamos al todopoderoso terminal. No, no es necesario sacrificar a nadie para ello, ni rezar en latín, con presionar a la vez ALT+CTRL+T ya es más que suficiente. No hace falta pasar a root ni nada por el estilo; desde el mismo usuario
- En el terminal recien abierto escribimos (atentos a la complicación): xkill
- Veremos que el cursor se nos ha transformado en un aspa. Ahora con cuidado.
- Marcamos con el aspa en la ventana de la aplicación que nos está fallando. ¡Hop! Ya no está, muriose.
- Cerramos el terminal escribiendo exit o presionando ALT+F4.
- Y a seguir trabajando.
Hasta luego.