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Cuando ya no quedan embriones

Publicado el 26 septiembre 2014 por Jorjol

Saber que contamos con embriones congelados ayuda muchísimo psicológicamente hablando a sobrellevar la etapa de la espera del resultado e incluso, una prueba de embarazo negativa. De hecho, cuando los pacientes agotan esos embriones que se lograron con la primera estimulación (ya sea en una sola transferencia o en varias) un vacío se apodera de ellos.

Y no es para menos, desaparece la última opción de volver a intentarlo sin tener que pasar nuevamente por todo el proceso de la estimulación. Acechan de nuevo las ecografías, los análisis, los pinchazos, el quirófano… y lógicamente el coste económico.

Estadísticamente es relativamente frecuente tener que recurrir a un segundo ciclo.

Y, ante eso, debemos buscar el lado positivo: lo bueno que tiene repetir es que me permite intentar mejorar los resultados viendo cómo respondió la paciente a la primera estimulación.  Podríamos decir que la primera FIV se diseña como un traje de “pret a porter”, pero es en la segunda donde podemos hacer el traje completamente a medida.

Aún así, llegados a este punto creo que es muy importante hablar largo y tendido con el especialista, ya que él valorará los datos obtenidos en el primer tratamiento y orientará sobre la posibilidad de empezar un nuevo ciclo; realizar si fuera preciso estudios más complejos intentando buscar el por qué de los fallos de implantación; o incluso, aconsejar sobre otras opciones…

Y si finalmente optamos por repetir, debemos tener presente que la perseverancia es una de las cualidades más importantes de todo este proceso.  Que hayamos perdido una batalla no implica nada.  Hay que ser fuertes y seguir adelante.

La diferencia entre el éxito y el fracaso a menudo consiste en no abandonar“.

 


Cuando ya no quedan embriones

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