Al final, en la vida, las personas son lo único. Lo que importa. Lo que nos hace mover cada día.
Las personas a las que amamos y a las que vamos esquivando porque nos hacen tropezar, pero que también forman parte de nuestros días.
A medida que evolucionamos y maduramos, las personas que nos rodean, cambian. Algunas persisten siempre porque las llevamos enraizadas en nuestra esencia. Otras van y vienen. Muchas no pasan de la primera curva... Y me he dado cuenta de que cuanto más arriesgas y más te metes por caminos nuevos, más personas afines encuentras.
A medida que te expones a perder y decides salir de tu círculo para encontrar nuevas experiencias, eres capaz de encontrar a personas que están en tu órbita, personas que como tú asumen que para ganar hay que arriesgar, que para aprender hay que salir de la burbuja.
No sé por qué. Seguramente por la misma razón por la que cuando llevas mucho tiempo buscando una respuesta y estás atento, la encuentras. Está en un libro, en un anuncio de una valla publicitaria, en una mirada, en el camino que nunca transitas porque es más largo o en una papel tirado en el suelo que no verías si no hubieras perdido el tren.
A veces, da la sensación de que el universo conspira para que sepas lo que buscas, lo que necesitas, para que encuentres la forma de conseguirlo... Y otras veces, para que lo pierdas, porque en realidad, necesitas perderlo.
Esa sensación de que todo pasa por algo y de que lo que sucede a tu alrededor es justo lo que hace falta que suceda para pasar de pantalla en este juego complicado, para aprender lo que te falta por saber y subir un peldaño más de escalera, para ser más sabio y poder escoger mejor la próxima vez... Cada prueba superada te lleva a un tramo nuevo donde necesitas de esas nuevas habilidades adquiridas gracias al trance anterior.
Y lo mismo sucede con las personas que te encuentras. Cuanto más creces, más maduras son algunas de las personas con las que te encuentras, como si compartierais un espacio común... y más cuenta te das que hay otras que no te hacen bien, que te intoxican y de las que debes alejarte porque no te ayudan a ser mejor. Aunque incluso estas últimas, parece que están allí, esperando a que las encuentres para poder escoger no quererlas cerca, para certificar lo que quieres y lo que no, para poner a prueba el nuevo aprendizaje, para que te des cuenta de que tal vez en el pasado habrías caído y ahora no ...
Y lo ves claro. Cuánto más dispuesto a perder estés, más ganarás .
Cuánto más dispuesto a perder estés, más ganarás
Ganarás por tu actitud, por tu forma de ver la vida que te hace mover y no quedarte quieto. Ganarás porque en ese camino que recorrerás hasta llegar a la gloria o estrellarte, aprenderás mucho y conocerás a personas que están en el mismo punto que tú... Ganarás porque en una de sus esquinas hay algo precioso que tal vez te guste más que lo que crees que te espera en la meta. Ganarás porque al terminar el proceso serás mejor y estarás preparado para volverlo a intentar con más habilidad y certeza.
Por eso, me gustan los perdedores. No los que se encogen en el sofá y piensan que el mundo conspira contra ellos, ni los que se quejan y lamen heridas esperando que caiga una solución del cielo... Ni los que esperan, ni los que ya saben que el mundo no les dará nada...
Me gustan los perdedores de verdad... Los que han apostado al máximo para conseguir algo y se han dado de bruces... Los que atesoran sus errores como oro puro y recuerdan sus fallos con una sonrisa en la boca porque son su patrimonio, su legado de aprendizaje, su pozo de sabiduría.
Me gustan los que se ríen cuando caen y no les importa si les miran. Los que se quedan a un milímetro del éxito y se levantan. Los que prefieren perder a quedarse quietos...
Personas que cuentan historias con los ojos. Que llevan un pedazo de vida prendido en la mirada y se puede leer cuando te clavan las pupilas o te dedican unas palabras.
Personas que están dispuestas a ayudarte porque sí, porque hace siglos que superaron el peldaño de la generosidad y porque saben que compartir les hace grandes.
Todas esas personas que han decidido que aunque las noticias digan que todo va mal, están dispuestas a demostrar que hay esperanza y llevar la contraria.
Hay tantas personas que últimamente me han ayudado a encontrar respuestas... Personas que han decidido que tal vez para conseguir más libertad debían apostarlo todo, aún sabiendo que podrían perder... Porque saben que lo que importa es saber que haces lo que necesitas hacer, lo que te ayuda a crecer ... Que haces no tanto lo que debes sino lo que te debes a ti mismo, que no te engañas ni renuncias a ti mismo, que vives lo que hace falta que vivas para llegar a encontrar la paz interior.
Y que saben que en realidad la pérdida es una ganancia enorme, porque el aprendizaje es incalculable y les convierte en personas más válidas y preparadas para la siguiente prueba.
Y en este camino ando, eso intento, con mucho que aprender, y me doy cuenta de que si me cruzo con ellas es porque las necesito, porque son mis lecciones pendientes, mi material valioso de estudio en la vida, mi compañía en este tramo complicado y maravilloso...
Porque cuánto más arriesgas, más cambia tu decorado y quién habita en él. Más vueltas da todo y más te expones a encontrar... Y encuentras.
cuánto más arriesgas, más cambia tu decorado y quién habita en él. Más vueltas da todo y más te expones a encontrar... Y encuentras.
Encuentras a lo que sujetarte para no caer y lo que te hace tambalear y casi salir del camino... Y notas que a pesar del miedo, eres capaz de reírte de ti mismo y disfrutar de tu caída sin red porque la has escogido tú... Porque has apostado por ver el mundo a tu manera y creer en él, aunque muchos te miren como si estuvieras loco. Porque hay tardes en las que tú mismo lo pensarías si no fuera porque lo que hacías antes de esta locura, te vaciaba el alma...
Y cuando caes... Cuánto más pierdes, más te das cuenta de que esa pérdida era necesaria.
Porque tu forma de ver la vida ha cambiado y lo que antes te parecía importante, ahora te parece superfluo. Lo que te daba miedo, ahora es altamente necesario... Lo que creías imposible es ahora cotidiano.
Cuantas más imprudencias cometes, más convives con la magia... Y mientras decides que te da igual que el mundo te llame intrépido o temerario... Justo en ese momento, cuando ya no te importa perder, cuando te das cuenta de que perder y ganar son dos palabras que ya no tienen para ti el mismo significado que antes, entonces... Sólo te queda vivir.
A veces, la diferencia entre que te consideren un héroe o un insensato, es tan sólo el resultado... Aunque eso, a ti, ya no te importa.