La cantidad de horas de sueño que necesita una persona a lo largo de su vida varía notablemente. En la primera infancia y en los primeros años de vida los niños pequeños suelen dormir entre 10 y 12 horas. Con la adolescencia la cantidad de horas de sueño va decreciendo paulatinamente para ubicarse en torno a las 8 horas al día. Nuevamente, al llegar a la tercera edad se produce un nuevo cambio por el que se acorta la cantidad de horas necesarias de descanso (hay ancianos que duermen tan poco como 4 horas al día y no se muestran cansados).
En los años de adolescencia y juventud, por lo general, se necesita un mayor descanso por el desgaste físico que tiene lugar en esta etapa. En el período de descanso se realizan un sinnúmero de procesos de recuperación celular (es el momento del día en el que se construye músculo, por ejemplo), por lo que es de suma importancia asegurar las horas de sueño mínimas suficientes.
Al asegurar las horas de sueño suficientes, por otra parte, se consigue mejorar el desempeño intelectual y se obtienen mejores resultados a nivel académico (los estudiantes deben saber que en mientras duermen se efectúa toda la fijación de contenidos aprendidos a lo largo de la jornada).
Existen distintos métodos para saber si estamos durmiendo una cantidad de horas suficiente. En primer lugar tenemos que prestar atención a todas las sensaciones de cansancio que podamos llegar a experimentar a lo largo de la jornada. Uno de los indicadores infalibles lo tenemos por las mañanas apenas nos levantamos: si nos cuesta levantarnos es probable que no estemos durmiendo lo suficiente. La falta de horas de sueño también se puede manifestar como una sensación de depresión o como una sensación de adormecimiento en cualquier momento del día.